Los jóvenes recurren al percebe para poder pagar sus estudios

Carballo

Cristina Viu carballo / la voz

Hace solo unos años, cada vacante en las agrupaciones de percebeiros de la Costa da Morte era pretendida por decenas de personas. El marisqueo era una actividad muy lucrativa y, por ello, deseada. Ahora hay muchas autorizaciones que no se utilizan. Es una realidad que el recurso ha ido a menos, que el mayor control en las rocas y en los mercados ha hecho que las ganancias se reduzcan y que ya no da tanto dinero. A pesar de eso, la mayor parte de los mariscadores obtienen pingües beneficios por su arriesgado trabajo.

Más allá de la crisis económica actual y de las dificultades para encontrar un empleo, la mayor parte de los jóvenes de las localidades costeras no quieren dedicarse a los oficios relacionados con el mar. De hecho, es muy difícil encontrar mariscadores que tengan menos de 30 años.

Sin embargo, el percebe sigue siendo una opción para personas que necesitan ingresos y tiempo libre. Mariscar no es un trabajo diario y las jornadas de labor raramente exceden de cinco horas. Por este motivo, este trabajo se ha convertido en un recurso para los estudiantes con familia en los puertos de la comarca.

Sin apenas competencia, cualquier chico o chica de la zona puede acceder a un carné de percebeiro. Todos los meses se producen en las agrupaciones bajas por jubilación, puesto que la edad media de los trabajadores es cada vez más alta.

En la recámara

El trabajo en el mar se ha convertido en una posibilidad en la recámara para muchas personas. En los cursos de competencia marinera que se han celebrado en la Costa da Morte ha habido una gran cantidad de mujeres jóvenes.

A pesar de ello, no se ha notado un incremento de roles y no hay más interés por el marisqueo. La sensación que se tiene en las cofradías es que un grupo amplio de personas quiere estar preparado ante la posibilidad de tener que recurrir a la obtención de un trabajo relacionado con el mar

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