De Fisterra a Jerusalén, y cada vez más cerca
Carballo
13 Nov 2012. Actualizado a las 07:00 h.
Todas las buenas historias tienen un principio y un final, y el que sigue ya está más cerca. Muchos recordarán que, cuando comenzó la primavera, Guillermo Nagore, un periodista navarro comenzó en el faro de Fisterra una aventura apasionante: caminar cerca de 7.000 kilómetros para sensibilizar e informar sobre la enfermedad del alzhéimer, además de ir recabando apoyos y colaboración de las instituciones. El proyecto, denominado La memoria es el camino y auspiciado por la Confederación Española de Asociaciones de Familiares de Enfermos de Alzheimer y Otras Demencias (CEAFA), puede seguirse a través de redes sociales y un blog del mismo nombre.
Ha pasado ya mucho tiempo. ¿Sigue adelante? Pues sigue, y hasta unos días, a pie. Pero al llegar a Sarajevo un grave problema en un pie le ha obligado a seguir su ruta en los medios de transporte. Ha recorrido a pie España, Francia, Italia, Eslovenia, Croacia y Bosnia. En estos meses, 53 ciudades y municipios y varios parlamentos y cabildos le han dado su apoyo. Por eso está satisfecho: «La valoración, a pesar de los problemas en el pie, solo puede ser positiva. No sé realmente el ruido que se ha conseguido meter porque al estar metido en el camino se pierde la perspectiva, pero me comentan que bastante, y ese era un poco el objetivo de todo esto: aprovechar la aventura de alguien que trata de viajar desde Fisterra hasta Jerusalén, para poder hablar de lo importante, de la necesidad de una política de Estado en nuestro país tanto para los enfermos como sus familiares», explica ya desde Grecia, donde, por cierto, ha visto unos alarmantes índices de pobreza. También opina sobre los recortes: «Los recortes son fáciles, pero son un error garrafal, y no estoy hablando solo de cuestiones humanitarias, sino también económicas. Por cada recorte que se aplica al mundo del Alzheimer -añade- se pierde mucho más dinero que el que se pretendía ahorrar porque todo va en cadena, el profesional que pierde su trabajo, luego deja de ingresar, y el familiar que tiene que dejar el suyo para atender a quien antes atendía el profesional. Se vuelve a perder. Yo solo digo -concluye- que alguien haga los números, pero no a dos meses vista, sino con sentido de Estado».
Ahora le queda la parte final de su trayecto, que no es precisamente corta. «Pues sí, ahora paso de andar a tener que ir en autobuses, trenes, barcos y lo que sea. Me hubiera gustado seguir a pie, pero en Sarajevo, con casi 4.000 kilómetros, tuve que darme de bruces con la realidad. No podía seguir porque el meñique del pie derecho seguía muy mal, pero el viaje sigue, es el mismo, el objetivo igual y la idea es poder llegar a Jerusalén antes de las Navidades, ahora que puedo gestionar más o menos las distancias a cubrir».
La foto que elige no es casual: está junto a la casa bajo la que se construyó el túnel por donde pasaban víveres, armas y medicinas los habitantes en los cuatro años de guerra y cerco.