Frank Buschmann: «Me siento privilegiado por tener obra en un escaparate como Arco»
Carballo
La galería Álvaro Alcázar vuelve a confiar en este ebanista alemán afincado en Corcubión para llevar su obra a la feria de arte contemporáneo de Madrid
28 Feb 2020. Actualizado a las 12:14 h.
Nacido en Sudáfrica (1969), aunque con raíces alemanas y etapas por medio mundo, Frank Buschmann lleva cuatro años viviendo en Corcubión. Estudió diseño industrial y llegó a encargarse del centro cultural Matadero de Madrid durante siete años. Se dedicó al sector cultural y al comisariado de exposiciones hasta que, al llegar a la Costa da Morte, cambió radicalmente de profesión y pasó a dedicarse al mundo de la ebanistería, un oficio que había aprendido en Alemania antes de cursar sus estudios superiores.
Muy influenciado por la corriente de los Shaker, caracterizada por la simplicidad y austeridad de sus diseños, a la vez que prácticos, Buschmann utiliza poco más que sus manos para dar forma a las piezas que elabora en su taller. «No uso máquinas, incluso empleo técnicas tradicionales de ensamblaje y unión. Alguna gente me pregunta que por qué no tiro de máquinas, que total nadie lo notaría, pero el esfuerzo y el trabajo es algo que forma parte de mi obra y no estoy dispuesto a cambiarlo», explica el alemán, que se define a medio camino entre artesano y artista.
De hecho -y apenas un par de meses después de hacerse con el Premio Artesanía de Galicia 2019-obra suya estará por segundo año consecutivo en Arco (la feria de arte contemporáneo de Madrid) de la mano de la galería Álvaro Alcázar, que lo fichó tras una colaboración con el reputado pintor lugués Antonio Murado. «Es una gran oportunidad, me siento privilegiado porque es un gran escaparate. Lo viviré desde aquí, ¡a ver si hay suerte y el galerista lo vende!». Se trata de una mesa y cuatro sillas, estas últimas surgidas de un proceso de investigación sobre el origen y relaciones de cuatro sillas consideradas clásicos contemporáneos en el mundo del diseño.
Un nuevo peldaño en una carrera que cogió impulso en diciembre del pasado año con la obtención del Premio Artesanía de Galicia con la prensa de flores Monas, una pieza con la que invita a la contemplación y a la reflexión sobre asuntos tan arduos como el cambio climático. «Más allá del premio en metálico, fue muy emocionante porque me hizo sentir acogido. Yo soy un guiri, llevo solo cuatro años en Galicia aunque siempre suelo decir que soy de donde vivo y, si me preguntan ahora mismo, diré que soy de Corcubión. Pero es importante sentirte acogido», señala Buschmann, que ya en la edición anterior se quedó bastante cerca del primer premio. «Cuando fui a entregar el objeto les dije: ‘‘Aquí os traigo el ganador’’. Puede sonar arrogante [se ríe], pero cuando hago algo me esmero al máximo y lo hago para ganar», indica. No se lo esperaba, sin embargo, y en parte por lo bien que mantuvo el secreto la Fundación, sin filtraciones hasta el mismo momento de la entrega: «Cuando oyes tu nombre se te para el corazón».
Años de lucha
Dos momentos destacados que irán seguidos de un ilusionante proyecto del que todavía no puede dar demasiados detalles, pero que significará el despegue definitivo de su carrera en Galicia y del que ayer mismo recibió la primera confirmación. «Hace como año y medio empecé a notar algo de movimiento tras muchos años de loita, de precariedad y de dudas acerca de si este proyecto saldría bien», asegura, «es difícil que la gente reconozca el valor de estas piezas y esté dispuesta a pagar por ello». Es imposible competir con las piezas de mobiliario de grandes almacenes, aunque él pone en valor no solo la procedencia, sino todo el proceso productivo.
«Por un lado, te ven como el ebanista del pueblo, algo que no me gustaría que se perdiese, porque en eso baso mi concepto; y por el otro está la obra de arte», considera. Es esa dualidad, esa línea que cruza constantemente entre la artesanía y el arte, lo que define su trabajo con la madera.