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Manuel Oanes, de Vimianzo: «Un muro atrapoume e deixoume esnaquizado, salváronme de milagre»

Carballo

nicolás pose carballo / la voz Vecino de Vimianzo, del lugar de Braño, parroquia de Carantoña. Un accidente laboral ocurrido en Suiza lo dejó maltrecho para siempre. Ya de vuelta en su pueblo natal, dedicó el resto de su vida a colaborar en actividades deportivas y sociales. X. A. carballo / la voz Vecino de Vimianzo, del lugar de Braño, parroquia de Carantoña. Un accidente laboral ocurrido en Suiza lo dejó maltrecho para siempre. Ya de vuelta en su pueblo natal, dedicó el resto de su vida a colaborar en actividades deportivas y sociales.

Personas con historia | Un accidente en Suiza marcó su vida, que pasó a dedicar a iniciativas vecinales

29 Jul 2021. Actualizado a las 14:03 h.

Manuel Oanes (Vimianzo, 1957) es de esos héroes anónimos imprescindibles en la vida de cualquier comunidad. Siempre se implicó en iniciativas vecinales para hacer felices a los demás. «Porque me gustou sempre axudar aos meus veciños», dice.

Natural de Carantoña, a los 14 años deja los estudios para aprender el oficio de albañil. Al terminar el servicio militar, emigró a Suiza para trabajar en su campo, la construcción, en el cantón de Basilea. En el país helvético, Manuel se hizo conocido en la comunidad española a través del fútbol, pues perteneció a la directiva de dos clubes, los celtistas y el Rías Baixas, que jugaban una liguilla contra otras formaciones de emigrantes. Además, para recaudar dinero extra para las entidades, iba por los bares a vender quinielas de las jornadas. «En realidade non podía, pero nunca me pillou a policía», confiesa.

Un cambio radical

Su estancia en Suiza, y su vida en general, dio un vuelco tras un grave accidente. En una obra, un muro de hormigón de dos metros de alto y casi dos toneladas lo sepultó. «O terreo estaba brando e iso salvoume a vida. O muro atrapoume e esnaquizoume. Salváronme de milagre. Parecíame que rompera todo. Tiven moita sorte, porque o hospital de Basilea era dos mellores de Europa naquela época e, ao ser pola mañá, puidéronme operar de urxencia, porque xa tiña os pulmóns colapsados», narra Manuel, que nunca ha vuelto a trabajar de albañil. Su caso salió en los periódicos.

Mientras estaba de baja, asociado con un amigo que tenía una tienda, se dedicó a vender accesorios deportivos, «escudos de plástico do Madrid e do Barcelona, chaveiros, incluso camisetas de equipos», dice. Manuel cuenta, con emoción, que un día llegó a conocer a Manolo «el del bombo» y se asoció con él para vender productos de la selección: «En total creo que vendín 400 camisetas».

El regreso a casa

Con 32 años vuelve a Carantoña y, al tener la pensión de invalidez por el accidente, decide aprovechar su tiempo libre en diferentes iniciativas vecinales, como la gestión del club de fútbol local, el Soneira. Empezó en la directiva como utillero, ocupándose de la ropa y del estado del campo. «Despois dun partido ía ao estadio arranxar a herba e non deixaba que ninguén entrara ata o seguinte, nin sequera ó alcalde», asegura. Como vicepresidente y delegado del equipo recuerda la compenetración con su buen amigo Juan Gómez. «O que non tiña eu, tíñao el, compenetrabámonos perfectamente», comenta.

Ana Garcia

Tras su paso por el equipo, se centró en varias reivindicaciones locales, como la defensa de una traída de agua privada entre unos vecinos o la lucha, de más de 20 años, por la titularidad de los montes de Milleira y de la zona de Braño. Recuerda que fue el encargado de legalizar a la comisión de fiestas de San Martiño. «Fun empresario, porque para legalizar á comisión tiven que facer unha empresa de espectáculos ao aire libre sen ánimo de lucro», relata jocoso. Ahora, cuando hace falta, le hecha una mano al Concello.

«Cunha fouce fixen a única ruta de alvarizas que existe en Galicia»

En su última aventura, Manuel fue abriendo y creando una ruta de senderismo para visitar el fabuloso conjunto de alvarizas del Monte Faro, en Vimianzo. Se metía entre tojos de dos metros. «Debe ser a única que se pode facer en Galicia, porque normalmente non hai tantas xuntas», explica. Son 15 apiarios, divididas en tres conjuntos a lo largo de casi siete kilómetros: «E algunha deixeina fóra para reducir, porque era moito e había demasiada leña para cortar». Armado con una hoz, creó el camino para hacer la ruta, que fue totalmente despejado, posteriormente, por el Concello.

Luego de que se encontraran un par de abellarizas en la zona, Manuel revisó los trabajos de Carmen Toba, de la Asociación para a Defensa do Patrimonio Cultural Galego, y el catastro del Marqués de la Ensenada, para investigar registros antiguos. Todo indicaba que las colmenas se construían en la ladera más soleada y abrigadas del viento. Siguiendo estas normas, encontró 70 entre los lugares de Vimianzo, Carantoña, A Valiña y A Toxa.

Manuel asegura que esta búsqueda se debe a su gusto por estar en el monte. «Gústame moito o monte e por esta zona coñézoo moi ben. Xa hai algún tempo, ía de noite para ver aos lobos e aprendín as súas rutas e comportamentos», confiesa.

Este proyecto aún por terminar, según cree. «Agora falta poñer uns carteis cos nomes das familias propietarias das alvarizas», explica. Manuel quiere investigar el monte en busca de petroglifos, aunque asegura que le falta investigación para encontrarlos. Dice que, cuando lo ven pasear por Braño, sus vecinos le preguntan: «Manolo, en que andas metido agora?».

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