Suiza y Galicia: más de 60 años de relación intensa que se plasmarán este mes en un gran homenaje en Delémont

El día 23 de este mes se inaugurará en el Museo Jurasiano de Arte e Historia la exposición Taxi Compostelle. Está en Delémont, la capital del cantón de Jura, en Suiza, una pequeña ciudad a la que desde los primeros años sesenta no han dejado de llegar emigrantes de la Costa da Morte, sobre todo. También de marcharse, y de crearse generaciones familiares que ya van por la tercera, con interconexiones con los suizos que casi no se distinguen. Un mundo enorme, a veces silencioso y desapercibido, pero fundamental para la historia reciente de la Costa da Morte. 

Y como homenaje y rescate de la memoria de este fenómeno nace esta muestra, obra del periodista Antonio Rodríguez, el fotógrafo jurasiano Pierre Montavon y el documentalista parisino Aubin Hellot. Cada uno aporta su propia mirada: textos, relatos, fotos, documentos, vídeos... Como en una orquesta de jazz, cada uno suma su propia música.

Rodríguez nació y se crio en Delémont, pero trabaja en París hace mucho. Su madre era de A Torre, en Sarces (Laxe), y el padre, de la comarca de Valdeorras. Explica que esta muestra, que incluye muchos detalles (en ella, y en las siguientes semanas) que se darán a conocer más adelante, quiere ser ese homenaje para los emigrantes de la Costa da Morte que se establecieron en Delémont, pero también a tantos miles de gallegos de ida y vuelta con Suiza. De ahí la elección de Compostela en el nombre, y del taxi, apelación al viaje y de paso a tantos vehículos así en los que los emigrantes se han movido (aún lo hacen, pero menos) entre los dos países. Las primeras llegadas de vecinos de las que tienen constancia a la capital del Jura son de 1961.

Rodríguez también quiere que esta exposición sirva parar «dar a coñecer Galicia aos suízos». Muchos saben que su casa se la construyó este o aquel, pero no todo lo que hay detrás, y aquí se explica en un «traballo periodístico, non científico», de contar las cosas que pasaron.

Y otro objetivo es mostrar los lazos humanos que se han ido generando. Vecinos de la comarca que hablan francés con acento suizo, que compran productos típicos helvéticos en lo que llama la morriña inversa. Caras conocidas de siempre que, por ejemplo, reconoció casualmente el fotógrafo de Delémont cuando recorría Traba en busca de imágenes. Aquella persona que recordaba de aquel comercio, de niños... Cientos de pequeños detalles sin relevancia, más que la personal y familiar, que juntos tienen importancia, y en los que Antonio ha ido reparando con más atención en los últimos tiempos, sobre todo tras la muerte de su madre, hace diez.

La muestra podrá verse hasta el 14 de abril, y espera que más adelante sea itinerante. Camariñas y Vimianzo están hermanados con Delémont, así que no sería descabellado que alguno de ellos, o ambos, pudiesen acoger en un futuro esa muestra.