La Voz de Galicia

La captura de un enjambre de abejas al modo tradicional, toda una aventura

Muxía

nicolás pose carballo / la voz X. A. carballo / la voz

La muxiana Carmen Toba, gran descubridora y valedora de abellarizas en la Costa da Morte, tiene un apiario en la pared de su casa natal

31 Jul 2021. Actualizado a las 12:06 h.

En una colmena de abejas solo puede existir una reina, por lo que, al nacer una nueva, se marchará con su séquito para formar un nuevo nido en un lugar diferente. En el caso de que en su jardín haya aparecido una espectacular nube de abejas, significa que están explorando la zona en busca de un rincón adecuado para juntarse a descansar mientras las exploradoras se afanan en conseguir el nuevo asentamiento para su monarca. Carmen Toba, apicultora de Muxía, ha pasado recientemente por esa situación y su primer consejo para abordar la situación es este:«Se non as molestas non che fan nada, non hai que terlles medo, pero tampouco achegarse a elas sen protección ningunha».

Mientras las abejas revolotean en busca de un sitio de descanso, se puede hacer ruido para «forzar» su unión y reducir el vuelo. Por la noche, cuando están más tranquilas, es el momento óptimo para, de un golpe seco, introducirlas en un recipiente adecuado para su transporte y conservación, en el caso de que se quiera producir miel. Es lo que ha hecho Toba, quien, en un recipiente tradicional hecho de corteza de alcornoque, ha recogido a su nuevo enjambre, que ya se encuentra elaborando miel. Deja claro que introducirlas en el cortijo no asegura que se queden, pues las abejas «son un ben do aire, nunca son túas, non se poden domesticar para que se queden».

Ana Garcia

Carmen, además de haber localizado muchas abellarizas, pertenece a una familia con mucha tradición apicultora. En su casa, en el lugar de Agranzón (San Martiño de Ozón, Muxía), conserva una «alacena de abejas», que consiste en un hueco en la fachada con un espacio interior, cerrado por dentro con una portezuela para su manipulación. Se da, o daba, también en otros puntos de Galicia. «Normalmente facíanse coas casas, ou na vivenda ou nos edificios complementarios. A casa de meus pais fíxose no 1810. As abellas levan máis tempo na casa ca min», dice, como también contaba en este texto escrito para La Voz, narrando su vínculo en primera persona. Incluso estas colmenas ubicadas en un edificio particular se ven afectadas por la velutina: «Se hai árbores froiteiras cerca vólvense máis fortes e podo ver como se defenden, pero nótanse moito os seus ataques», comenta Carmen, que añade: «Sen polinización non habería vida, as abellas cumpren unha función vital».

Carme Toba Trillo, nunha das súas moitas incursións ao monte

«A norma paréceme unha patada ao patrimonio»

La Xunta, en un decreto de junio del 2009, establece una serie de distancias obligatorias para las explotaciones apícolas, incluidas las destinadas a autoconsumo. Según Carmen Toba, esta norma supone «unha patada ao patrimonio cultural e ancestral. A erradicación dun modo de vida e dunhas construcións de gran valor patrimonial como son as alacenas ou as alvarizas de horta». En el decreto se establece una distancia mínima de 50 metros desde la última instalación de la parcela en viviendas rurales, por lo que una colmena tradicional, incrustada en la fachada, como esta de su vivienda, es incompatible con la normativa.

Abellarizas en Cova do Raposo, Ogas, VimianzoCARMEN TOBA

La explotación apícola tradicional que no se ve afectada, excepto las cercanas a caminos, aunque en las pistas forestales no se necesita distancia, son las ubicadas en medio del monte, para asegurar una fuente de alimento abundante a las abejas. Precisamente, Carmen Toba es una persona que lleva muchos años investigando la ubicación de estos apiarios, una construcción abundante en la zona de la Costa da Morte, aunque muchas llevan varios decenios abandonadas, por lo que han quedado fuera de los registros modernos.

Mañana, domingo, se estrena la Ruta das Alvarizas en el Monte Faro de Vimianzo, una vía despejada por Manuel Oanes, guía orográfico, con la colaboración del Concello, que efectuó la limpieza. Para Toba, la conductora artesanal del recorrido, el Monte Faro es «o mellor lugar para apreciar a tradición perdida que existía na zona, que se mantén grazas a persoas particulares que continúan a labor de apicultor». Completará las explicaciones Suso Canosa, como guía etnográfico.


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