Rumba Oeste vuelve a llenar de fusión la noche coruñesa

Si a un coruñés un tanto noctámbulo le mentas a Miguelón no pensará en el ciclista que ganó cinco veces el Tour, sino en el coruñés Miguel Ladrón de Guevara (Labañou, 1963). Autor de un puñado de buenas canciones y de una de las mejores tortillas de la ciudad (la del Dublín), Miguelón y compañía convirtieron antaño en una fiesta las anodinas noches de entre semana. Tocaban en el desaparecido Atlantis, en la calle Fita. Empezaron en 1999 y siguieron al pie del cajón hasta que Pedro tomó las de Villadiego (y los pinceles) y echó el cierre hace un par de años.

Al principio, Miguelón y cía se tiraron al flamenco, apoyados en la voz jonda de Iria. En el 2002, el son cambió. En un viaje a Barcelona se entregaron a la rumba oeste. «Aquello empezó en un bar de la calle donde nació Peret, entre Viascón, Nacho y yo. Se trataba de galleguizar la rumba catalana». El proyecto musical tomó forma en A Coruña, en el Atlantis. Cerrado este local, donde Rumba Oeste actuaba todas las semanas, el grupo busca ahora una nueva estabilidad en La Oficina, en la calle Panaderas. «El objetivo es volver a reunir a todo aquel público fiel que teníamos y sumar nuevos seguidores», apunta Miguelón, voz y guitarra de una formación en la que también figuran José Viñas, Men (cajón y percusión) y Fran Castro (teclado y voces). «Hacemos rumba fusión. Con salsa, con jazz, con todo». Sonarán versiones de Rubén Blandes, Gato Pérez, Los Amaya, Celia Cruz, Peret y algunos temas propios. Ya sólo vale la pena ir por escuchar su peculiar himno a la ciudad, cuando Miguelón canta, a ritmo de vieja ranchera, eso de «Coruña es la esencia del provincianismo».