El tranvía podría jubilarse a los 14
A Coruña
Inaugurado en 1997 por Francisco Vázquez, se convirtió en uno de los iconos de la ciudad
11 Jul 2011. Actualizado a las 14:27 h.
Fue un 10 de mayo de 1997. El entonces alcalde, Francisco Vázquez, y el que había sido ministro de Obras Públicas, Josep Borrell, inauguraban la línea de tranvías del paseo marítimo. Vázquez lo calificaba aquel día como «un medio de transporte moderno, ecológico y clave para el futuro de la ciudad». Con ese primer trayecto veía materializado uno de sus deseos: la recuperación de los tranvías que habían dejado de funcionar en A Coruña en 1962.
Todo empezó cuando se descubrió que en unos talleres de Zaragoza permanecía guardado uno de los modelos que hacían la ruta A Coruña-Sada. En 1994, con la finalización del paseo marítimo, Vázquez acudió a esos talleres para rescatar aquel viejo tranvía, que llegaría años después totalmente restaurado. Se trata del número 32, construido entre 1918 y 1920 por la firma Carde y Escoriaza para la Compañía de Tranvías de A Coruña con la mejor tecnología existente en la época. Con un aire que recuerda a los tranvías centroeuropeos, tiene también toques modernistas. Y una capacidad para 50 personas.
Este se completó con el número 27, un modelo Siemens de 1913, también restaurado en los mismo talleres. Un poco más pequeño que el anterior, en él pueden viajar hasta 48 personas. Los dos son impulsados por dos motores Metrovick de 45 caballos.
Desde su inicio, el tranvía caló entre los turistas. De hecho, se estima que al año lo utilizan unas 180.000 personas, convirtiéndose en una de las fotografías imprescindibles de cualquier visitante en la ciudad. Asimismo, la Compañía de Tranvías usa la figura de este entre los regalos institucionales. Y, por recuperar una actividad reciente, se podría citar el llamado Tranvía da Diversidade, una colorista ruta en este medio de transporte que el colectivo LGTB lleva haciendo desde hace dos años el día central de los actos del Orgullo.
Sin embargo, no todos los coruñeses se han sentido tan identificados con esa imagen. Existen muchas opiniones que consideran que se trata de una actividad innecesaria y que solo genera gasto. Desde la política local se le ha ridiculizado en varias ocasiones. El cénit llegó en la campaña electoral de las municipales del 2003. El nacionalista Henrique Tello lo llamó en varios de sus mítines Tren chuchú. Y, desde el PP local, se le tildó entonces de tren chucuchú, indicando que generaba unas pérdidas de un millón de euros.
Ahora, cuando el tranvía ya se había asentado en el paisaje coruñés y estaba fuera de la polémica, el debate vuelve a estar sobre la mesa. El incidente del fin de semana pasado ha levantado la voz de alarma, respecto a la seguridad. En la inspección realizada se detectó una zona de las vías -en el intercambiador situado frente al edificio de Hacienda- muy dañado. Obligaba a bajar la circulación hasta diez kilómetros por hora.
El primer teniente de alcalde, Julio Flores, determinó la suspensión del servicio como medida preventiva. «Pondría en peligro la seguridad, tanto de los usuarios como del propio transporte, por un posible descarrilamiento», dijo el pasado jueves en base a un informe que indicaba que las deficiencias se remontaban al 2009. No se habían resuelto, según el documento, por falta de presupuesto.
Al día siguiente la noticia crecía: el Ayuntamiento estudiaba la supresión definitiva del tranvía. Por ahora, no está nada decidido al respecto, pero el déficit que genera -200.000 euros, tal y como indicaba Flores- choca con el plan de austeridad impulsado desde María Pita. En los próximos días el gobierno municipal decidirá su futuro.