Sueños sucios
A Coruña
28 Sep 2011. Actualizado a las 06:00 h.
No por conocidas y repetidas las infamias dejan de ser inmorales. En los últimos tiempos se escucha una letanía. Los mercados somos todos. Los mercados no tienen cara. Los mercados premian y castigan. Afirmaciones que invitan a que los ciudadanos digieran el siguiente golpe como un desastre natural y, por lo tanto, inevitable. Se instaura la idea de que ante los vaivenes de las cotizaciones hay que mostrar una resignación similar que la que cabe esperar ante un tornado en Luisiana o frente a un tifón en la India. Pero un tal Alessio Rastani les ha puesto rostro y voz. Este joven agente de bolsa se despachó en la BBC con una sinceridad que no dejó lugar a la diplomacia. «No me importa en absoluto que se arregle la economía y la situación. Solo quiero hacer dinero», asegura. Y confiesa que espera el hundimiento de la zona euro con ilusión de colegial antes de la fiesta de fin de curso. Reconoce que cada noche sueña con otra recesión. «Los políticos no gobiernan el mundo, Goldman Sachs gobierna el mundo». Mientras habla es incapaz de reprimir esa sonrisa que delata al que se cree invencible. Es el águila que vuela por encima de las hormigas y los reptiles. Un depredador en la cima de la cadena alimenticia que no tiene la obligación de cuestionarse la repercusión de sus actos sobre los otros seres vivos. Dice sin pizca de piedad que en menos de un año los ahorros de millones de personas se desvanecerán. «Es que yo soy un agente de bolsa», se justifica. Como si así se adscribiera a una especie animal que funciona por puro instinto. Rastani solo pone sobre la mesa algo conocido. Algo legal. Pero profundamente inmoral.