Sambódromo bajo el Obelisco
A Coruña
El ritmo brasileño y un Momo deportivista animaron los Cantones
18 Feb 2012. Actualizado a las 07:00 h.
Ante el Obelisco se conforman multitudes de muy diverso carácter. Empleados que protestan por las medidas de su empresa. Jóvenes que acampan meses para darle la vuelta al mundo. Viandantes que confluyen en una exposición de fotografías espectaculares. Y quizá ayer se produjo una de las reuniones civiles más amables y divertidas del año con la entronización del dios Momo. Ante él acudieron paseantes, vampiros, chinas tradicionales, hermanos del gafudo Wally, ángeles y tantos mosqueteros como miembros de Protección Civil, en este último caso, un uniforme que dotaba de seguridad a todo el conjunto.
Todos juntos insuflaron sus mejores deseos al Deportivo, escenificado en el dios Momo como un jugador deportivista que huía de las llamas de Segunda División y seguía la señal de «A Primera» que le marcaba la torre de Hércules.
Con la comparsa Monte Alto a Cien asomó por los Cantones el exconcejal de fiestas Carlos González Garcés.
-¿Por fin ha encontrado un grupo en el que se siente querido?
-[Risas] La tradición decía que yo cada año venía con una comparsa y este año repito con los de Monte Alto.
Fue otra comparsa, de trajes flamígeros y diabólicos, la que inauguró el acto con un ritmo brasileño que convirtió los pies del Obelisco en el sambódromo coruñés. Fueron Os Maracos los que inauguraron el escenario como ganadores del concurso de letra y música. Allí, vestidos en el más riguroso luto, interpretaron su canción homenaje a los rectores del Partido Popular con acordes de copla. «Mariano colle a tixeira con alegría», esgrimieron en sus estrofas. Después de las palabras del Momo, la fiesta cruzó la calle para acudir a los jardines de Méndez Núñez y disfrutar de la fiesta que habían preparado los técnicos del Ayuntamiento, una actuación de Bestiario, con una representación de cuatro animales articulados: un pez, un ave, un toro y un dragón, representantes de los cuatro elementos que en conjunto simbolizan el nacimiento de la vida. La curiosa actividad fue seguida por un número algo menor de los congregados en el Obelisco, ya que algunos abandonaron el lugar deseando que el próximo año el traje del Momo de Primera División no sea un disfraz.