Adiós al carnaval, la sardina vuelve al mar

Pocas imágenes reflejan mejor la idea de fiesta que la de una improvisada coreografía de viudas desconsoladas bailando al unísono el Quítate el top de Kiko Rivera. Sucedía ayer, sobre las nueve de la noche, en la plaza de España. Aguardaban la llegada de la sardina, que minutos antes salía del velatorio instalado en el bar Pardillo de Monte Alto. Allí, se rezó, cantó y lloró por ella. Y se inició una marcha fúnebre de plañideras sobreactuadas, religiosos a los que se le iba la risa a la mínima y muestras de las últimas maldades de ese carnaval en el que todo vale.

El Rey Momo fue destronado. Y decidió dejar su sitio con la misma punta que lo tomó el pasado viernes: arremetiendo contra la reforma laboral, la corrupción y todo lo que se meneaba. Dicho ello, la marcha fúnebre partió por la calle de la Torre en dirección a San Amaro. La lideraba un trío latino, dándole marchita al tema. Por el medio, todo los históricos de las comparsas coruñesas, ecos musicales de Nueva Orleans y mucho, mucho humor invadiendo las calles. «Tírate Marisa, vente con nós», le decían a una señora que miraba el espectáculo en bata por la ventana.

Al final, lo de todos los años. El Rey Momo deshaciéndose en llamas y la sardina flotando las aguas dirigiéndose al océano entre lágrimas. Vuelve al mar, adiós al carnaval. Sus acólitos ya empiezan a contar los días para el del 2015.