Joaquín López Menéndez, un buen hombre, un luchador, un coruñesista
A Coruña
El exalcalde coruñés Carlos Negreira recuerda la figura del exregidor, fallecido este domingo
26 Apr 2019. Actualizado a las 19:05 h.
Obligaciones laborales fuera de la ciudad me privan de poder acudir a la capilla ardiente de Joaquín López Menéndez, fallecido el pasado domingo y con el que tuve ocasión de compartir numerosos actos durante la etapa en la que fui alcalde y también en los años anteriores.
López Menéndez era una persona que quería a A Coruña por encima de todas las cosas. Nacido en plena posguerra, su amplísima formación e interés por todo lo que le rodeaba le convirtió en un gran humanista, con enormes conocimientos sobre numerosas materias. El final del franquismo le permitió iniciar una intensa actividad en la vida pública, como afiliado de UCD.
Fue elegido miembro de la primera corporación democrática, de la que estos días se cumplen 40 años. Y siempre demostró ser una persona comprometida y preocupada por hacer una ciudad mejor.
Nunca se ponía de perfil y decía las cosas como las pensaba, incluso a riesgo de sacrificar su propio prestigio. Muchos coruñeses mayores de 45 años le recordaremos como el político que antepuso sus principios morales y su amor por la ciudad a la posibilidad de hacer carrera política. Lo hizo por defender que A Coruña era la capital de Galicia ante la inacción de un gobierno municipal entonces fragmentado e incapaz de hacerse eco del sentir mayoritario de la ciudad.
A Joaquín aquello le valió para galvanizar a una amplia mayoría de la corporación en defensa de la capitalidad. Convocó una moción de censura en abril de 1982 y la ganó. Fue elegido alcalde y decretó tres días de luto por lo que consideraba una ofensa a todos los coruñeses. Movilizó a la ciudad en torno a una idea y sacó a la calle a miles de personas, 100.000, según las crónicas de la época, en la marcha más multitudinaria habida nunca en nuestra ciudad.
Aquello le costó la salida de la UCD, pero a López Menéndez poco le importó. Fundó un partido, La Coruña Unida, para seguir defendiendo sus postulados. Su integridad le sirvió para mantenerse en la corporación municipal cuatro años más con un grupo de seis ediles.
Al acabar su etapa en María Pita, dio una lección de saber irse. Se reintegró a su plaza de ingeniero jefe de la Diputación, donde siguió trabajando por el bien común hasta su jubilación. A los más jóvenes nos llenó de entusiasmo y buenos consejos a lo largo de los años. Le echaremos de menos. Descanse en paz.