Rogelio, de caminar seis kilómetros cada noche a no poder hacer su caminata
A Coruña
Esta jueves fue parado dos veces en el paseo marítimo, por la Policía Nacional y la Local
19 Mar 2020. Actualizado a las 22:17 h.
Rogelio García García es natural de Monteagudo, en el término municipal de Arteixo. Tiene 89 años, y desde los 26 vive en la avenida de Fisterra, en A Coruña.
Hace siete meses que perdió a su mujer, y aunque tiene hijos, «vivo só, non quero que os meus fillos deixen as súas vidas por min, aínda que están sempre encima miña para axudarme». Esta situación de soledad, aceptada o buscada por él, hace que no le tenga miedo al COVID-19: «Se me contaxio e morro, vou», dijo Rogelio rotundamente.
Por eso ayer bajó de su domicilio de la avenida de Fisterra. Apoyado en su bastón caminaba diariamente desde las Esclavas hasta la antigua cárcel provincial, y volvía a casa, «son uns seis quilómetros diarios».
Rogelio es consciente de que tiene que confinarse en su casa, «pero teño que camiñar diariamente para exercitar a cadeira que teño lesionada». Y así, ayer por la mañana inició su rutina. Después de desayunar bajó a la calle a caminar, pero en la plaza de Pontevedra ya lo paró una patrulla de la Policía Local. Los agentes le informaron de que las salidas estaban restringidas sin justificación. Él se comprometió a volver a su piso.
A la altura de la coraza del Orzán le volvieron a dar el alto, en este caso una patrulla de la Policía Nacional. «Os axentes faláronme ben. Explicáronme as cousas, o do contaxio e todo iso, pero non entendo esas medidas», manifestó Rogelio. Aun así, el hombre dio la vuelta y cogió el camino hacia su casa, obediente.
Rogelio habló con La Voz de Galicia. En su juventud trabajó en la madera, incluso en la fábrica de Iglesias «que foi presidente do Deportivo», dijo. A los 33 años compró una plaza para poder trabajar de sereno: «Paguei por ela 25.000 pesetas a un traballador de Tabacos». Durante unos 20 años «camiñaba cada noite 20 quilómetros: tiña a zona de Santa Lucía: Juan Flórez, Castiñeira de Abaixo, Pardo de Cela, A Falperra», subrayó. Tenía que abrir los negocios de sus abonados cuando llegaban los trabajadores, apagar las luces de los escaparates, «e vixiar», dijo.
En la actualidad y, sobre todo tras la muerte de su mujer, la situación es diferente: «A tristeza non me deixa parar na casa porque a cabeza rebéntame, e teño que saír. Ademais, teño que andar dúas horas porque me mandou o médico e non podo», dijo triste. Preguntado sobre si iba a seguir las recomendaciones para prevenir el contagio del coronavirus dijo que sí.
Controles policiales
El 092 y el 091 continúan con los controles policiales por toda la ciudad, con la intención de hacer cumplir las restricciones que recoge el decreto que declara el estado de alarma en todo el país, como anunció el presidente del Gobierno.
Los agentes tuvieron que sancionar ya a algunos ciudadanos, «sobre todo por reiteraciones o por desobediencia a la autoridad». El miércoles eran 12 ya los ciudadanos sancionados. Aun así, los policías optan en muchos casos por avisar previamente a aquellos que continúan paseando o concentrándose en algunas área públicas, como la calle Barcelona, Os Mallos, los jardines o el paseo marítimo.