La Voz de Galicia

Los policías que auxiliaron a un hombre en la calle de la Torre: «Es una auténtica satisfacción haber podido salvarle la vida»

A Coruña

alberto mahía a coruña / la voz

Darío y Cristián son los dos agentes de la Policía Local de A Coruña que el miércoles atendieron a un ciudadano que sufrió un infarto

18 Feb 2022. Actualizado a las 12:08 h.

Darío y Cristián son los dos agentes de la Policía Local que este miércoles salvaron a un hombre de morir en la vía pública tras sufrir una parada cardíaca. Se las han visto en mil y una. En atropellos, en accidentes, en discusiones vecinales, en peleas entre jóvenes, en enfrentamientos con delincuentes armados... Pero hay días que entre una cosa y otra tienen que aplicar todo lo que aprendieron en la academia para asistir a personas que necesitan ayuda urgente. Casi siempre son los primeros en llegar. Y ahí «hay que tener los nervios de plomo y actuar sin cometer el más mínimo error», cuenta Darío.

Lo que ocurrió esta semana a la altura del número 11 de la calle de la Torre es uno de esos ejemplos que para ellos supone «una auténtica satisfacción, la de poder salvar la vida de un hombre». Cristian recuerda que patrullaban por la zona cuando fueron alertados por la sala del 092. Les comunicaron que un hombre que paseaba con su mujer se había desvanecido. Llegaron de inmediato. Y allí ya se encontraron que dos enfermeras que casualmente pasaban por allí fuera de su horario laboral intentaban reanimar al hombre. Con sus propias manos. Un masaje cardíaco que no era suficiente para que su corazón palpitase como el de un hombre sano, pero que sirvió para mantenerlo estable. Darío y Cristian salieron del coche patrulla con el desfibrilador —se trata de un dispositivo electrónico portátil que diagnostica y puede ayudar a restablecer el ritmo del corazón cuando una persona sufre un paro cardíaco—. Todos los vehículos policiales llevan uno en su maletero. Un aparato que debería estar por todas las esquinas. Un salvavidas que hasta no hace muchos años no se veía más que en sitios contados. Los agentes, que no era la primera vez que lo utilizaban, rápido pusieron los electrodos y atendieron al hombre. Mientras trataban de reanimar al enfermo mano a mano con las enfermeras, por casualidades de la vida pasó una médica, que se unió a la recuperación del hombre. Hasta que llegó la ambulancia y se llevó al herido.

La intervención de Darío y Cristian no se quedó ahí. También hicieron de psicólogos, pues atendieron a la mujer del enfermo, que se encontraba presa de un ataque de ansiedad. «Varias personas la sentaron en una silla que sacaron de la panadería y una vez que llegó la ambulancia y dejamos actuar a los sanitarios, nos fuimos hacia ella para tratar de tranquilizarla», recuerda Darío.

Su jefe, el inspector Ángel Merelas, se mostró muy orgulloso por el trabajo «bien hecho» de los agentes. Y quiso destacar que la labor de la Policía Local es indispensable para el correcto funcionamiento de una ciudad: «Estamos siempre ahí donde nos necesitan, en la punta de lanza, ocupándonos con la mayor profesionalidad de cualquier cosa que pase». Y queda gente que sigue diciendo que solo están para poner multas.

Los médicos piden que los edificios tengan un desfibrilador como en colegios, gimnasios o sitios públicos

En España se producen al año 30.000 muertes por paro cardiaco y el 59 % en el domicilio, donde no hay personas con conocimientos de resucitación cardiopulmonar ni medios. Por esto, tal y como informa la Sociedad Española de Cardiología (SEC) reivindica desfibriladores en las comunidades de vecinos.

Según el cardiólogo Fernando Rosell, miembro de la SEC, «la fase previa a la llegada de los equipos de emergencia es crítica para la supervivencia y el área donde deben de centrarse todos los esfuerzos de mejora por lo que reclama desfibriladores en todos los espacios públicos y en la comunidades de vecinos grandes o apartadas de las ciudades, ya que significa ganar tiempo».

Rosell subraya que «hay un punto de no retorno a partir del cual los cardiólogos podemos mantener, pero no mejorar. Dependemos mucho de que se haya mantenido el flujo sanguíneo, mediante masaje cardíaco, y que se haya podido realizar una desfibrilación». Para ello, dice, es importante educar a la sociedad «porque la única manera de mejorar la atención a la muerte súbita es mediante la formación del primer interviniente y mediante el acceso público a desfibriladores».


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