El parque del Eirón completará un paseo de 500 metros sobre la muralla del siglo XVII de A Coruña
A Coruña
El recorrido íntegro por las defensas construidas tras el ataque de Drake queda a expensas del solar posterior del Abente
09 Dec 2022. Actualizado a las 05:00 h.
«¡Es un monumento! ¡La muralla no puede tener encima un almacén ni un aparcamiento de coches como tiene!», denuncia el catedrático de Arquitectura y autor del plan director de las murallas de la Ciudad Vieja, José Ramón Soraluce, a propósito del estado en que se encuentra la trasera del Abente y Lago. «Hay que hacer un paso ininterrumpido que bordee el hospital con un recorrido superior que sería un auténtico paseo paisajístico para la ciudad», recalca el especialista.
La ilusión de una muralla transitable que el estudio de Soraluce defiende como un imperativo ha cobrado fuerza estos días a la luz de la obra del Eirón, el parque que ha empezado a construirse detrás de la Fundación Seoane, encima de la muralla, y que recoge ya una conexión con el solar del Abente. «Esa es la segunda parte. En el proyecto dejamos prevista una rampa que iría a costa de todo lo que hay ahora, equipos de aire acondicionado del hospital, depósitos, instalaciones, coches, porque en algún momento se podrá hacer», confía Fermín Blanco, el arquitecto que proyectó el nuevo parque, concebido como un espacio de juego y cuya apertura se estima para el verano del 2023.
El Eirón ocupará una parcela de 1.200 metros cuadrados que perteneció también al Ministerio de Defensa y que, una vez derribado el edificio que acogía y sin otros usos en ciernes, se fue asilvestrando hasta este noviembre, cuando las desbrozadoras entraron por fin para empezar la obra del parque. Era uno de los dos únicos solares que quedaban al borde de la muralla sin un tratamiento urbanístico a la altura del monumento. La del Eirón y la trasera del Abente.
Hasta este lugar, en la punta más meridional de la Ciudad Vieja, el sistema defensivo levantado en los siglos XVI y XVII puede pasearse íntegro desde el baluarte de Santa Bárbara, al norte, delante de la Hípica, a través del jardín de A Maestranza y del cementerio de San Francisco. Es al llegar al recodo de la Fundación Seoane cuando el camino pegado al parapeto que ofrece la muralla se interrumpe bruscamente. Una valla y, al otro lado, un buen catálogo de botánica ruderal impiden el avance. Dentro de seis meses, cuando los olmos recién plantados proporcionen sombra en el primer verano del Eirón, el paseo podrá continuar y únicamente quedará por solucionar el solar atiborrado de tenderetes embutido entre el Abente y el muro histórico.
El significado de este tramo de muralla entronca con el ataque del corsario Drake en 1589 enviado por la reina Isabel I de Inglaterra y la legendaria actuación de la brava María Pita. La debilidad de las murallas medievales para hacer frente al armamento moderno llevó a la monarquía a levantar en los años siguientes un sistema defensivo abaluartado apoyado en los fuertes de San Antón, San Diego, Oza y Valparaíso. Sobre esa misma traza discurrirá el paseo mirador. La antigüedad de los muros es más curiosa. La parte alta del alzado data de anteayer, de la reconstrucción dirigida por el arquitecto Pons Sorolla en 1969.