José Luis Fernández: «Mi hijo de 11 años solo dice diez palabras y cuatro son los nombres de los abuelos»
A Coruña
En el libro «El hilo verde» cuenta la historia de la familia desde que adoptaron a su primer hijo en Etiopía, al que diagnosticaron parálisis cerebral con pocos meses tras llegar a A Coruña
22 Dec 2024. Actualizado a las 05:00 h.
Adoptó a dos niños y una frase: «Cuando hay lo que hay, hay lo que hay». Se la escuchó al Mago More y ahora la utiliza para resumir su filosofía de vida. José Luis y Paula decidieron adoptar a un niño. Estos procesos siempre son largos, pero cuando vieron en Etiopía a Mario Henok, el que iba a ser su hijo, se dieron cuenta de que había merecido la pena. «Tenía 4 meses, pesaba tres kilos y medio, y aparentemente estaba más o menos bien. Al poco de llegar a A Coruña, en Atención Temprana, nos dijeron que tenía parálisis cerebral. Lo llevamos a hacer pruebas a Madrid... Ahora tiene 11 años y un cien por cien de discapacidad. Solo dice diez palabras y cuatro son los nombres de los abuelos, los adora», comenta José Luis Fernández Gallego, al que los amigos de siempre llaman Chuny. Es de 1975 y sabe que en enero le caen los 50. Charlamos en la cafetería Lumar, de Federico Tapia, esquina Menéndez Pelayo. Me entrega un ejemplar de su primer libro, El hilo verde, en el que cuenta su historia. Le intento hacer un Bizum de 19 euros, pero la aplicación me dice que el destinatario del pago ha superado el límite mensual de operaciones. «Casi se acabaron los 300 ejemplares que lanzamos. Los que quedan están a la venta en Moito Conto, en San Andrés. Contamos nuestra historia. Diez años de vida desde la adopción hasta ahora. Es un libro con un mensaje de esperanza, que hay luz al final del túnel. Nadie quiere tener un hijo con discapacidad, pero lamentarse no vale. Estamos preparando una segunda edición y todo seguirá siendo para una oenegé de Guinea que conocemos muy bien y que dedicará el dinero a construir un aula destinada a extraescolares», destaca José Luis.
A por el segundo hijo
Unos años después de adoptar a Mario en Etiopía viajaron a Vietnam a por su segundo hijo, Álex, que ahora tiene 6 años y está perfecto de salud. Una decisión que no todo el mundo sería capaz de tomar. «Teníamos claro que queríamos aumentar la familia. Fue una adopción con pasaje verde, es decir, que asumes que el pequeño puede tener alguna patología, aunque es cierto que indicamos que solo aceptaríamos si se tratase de algo menor, tipo anemia o un soplo en el corazón que se pudiese solucionar aquí. Pero Álex está perfecto, así es la vida», reflexiona José Luis, que regresó con el pequeño poco antes del confinamiento por la pandemia.
Empujando Sonrisas
José Luis es de la zona de Riazor de toda la vida. Estudió en el Masculino y, después, Turismo, en el Centro Español de Nuevas Profesiones cuando estaba en Zalaeta. «Empecé a trabajar en una compañía que tenía agencias de viajes y seguros y ahora se dedica íntegramente a este segundo sector. Es un trabajo que me obliga a viajar mucho», asegura. Siempre le gustó el deporte e incluso se apuntó a alguna carrera. En el 2017 empezó a salir a correr empujando la silla de su hijo. «Mario se lo pasó genial. Lo convertimos en una rutina y nos inscribimos en algunas carreras, pero no nos dejaron participar porque no estaba regulado lo de correr con silla. Conseguimos que se cambiase el reglamento. En el libro se recogen este tipo de necesidades invisibles que tiene la discapacidad y en las que no reparas hasta que te sucede a ti. En esta ciudad no había hasta hace poco columpios inclusivos», resume. En torno a la silla y a la alegría de Mario se fueron sumando corredores y nació el grupo de Marines Enki que «ahora nos llamamos Empujando Sonrisas. Los hijos de amigos quieren correr con Mario y él está feliz», destaca su padre. Un buen día se puso a escribir con la ayuda de dos amigas periodistas. «No jugué a ser escritor porque no lo soy, me sentía un impostor. Se lo enseñé a mi mujer y le gustó. Y en el libro le hacemos un homenaje a los superabuelos», destaca. A esos abuelos cuyos nombres son cuatro de las diez palabras que dice Mario.