En estos locales de A Coruña el ribeiro todavía se sirve en taza
A Coruña ciudad

Tabernas como Sanín o A Cunquiña siguen una tradición en vías de extinción
18 Sep 2023. Actualizado a las 11:41 h.
Hace décadas que dejó de estar de moda, pero todavía quedan tascas y bodegones en A Coruña donde el ribeiro se sirve en taza, en la cunca de loza blanca de toda la vida. «Cuando éramos jóvenes quedábamos para tomar los vinos. Había una ruta que empezaba en Durán Loriga y acababa en Troncoso. Ahora ya quedan muy pocos de aquellos locales», explica Manuel Peña, a punto de cumplir los 78 años. «Estaban El Huevito de la calle San Juan, el Odilo en la calle de la Torre, La Cantera junto a Santa Margarita... eran tantos que es imposible enumerarlos», añade. Algunos sobreviven a base de adaptarse a las nuevas costumbres, ya que la cerveza y los vinos en copa de cristal son ahora más «chic». Pero otros se resisten a abandonar la cunca:

Tasca Sanín. Abierta en 1954, está situada en el número 66 de la calle del Orzán. Antes la taza de ribeiro costaba 0,60 euros, pero con la pandemia y las restricciones de aforo subió a 0,70. Aunque la mayoría de las tapas se mantienen a 0,30 euros. Teresa Mosquera, que está en la barra, asegura que lo que más piden los clientes es el queso con anchoa, también el chorizo picante, sardinilla, banderilla y aceitunas. «Algún cliente nos pregunta si la tapa es gratis. Pero... ¿cómo va a ser gratis si la taza solo cuesta 0,70?», se ríe Teresa. Explica que ya son pocas las tascas de toda la vida que sobreviven en una ciudad plagada de cervecerías. «Los hábitos han cambiado, pero yo mantengo clientes de toda la vida», dice. Lo que sí han cambiado son los bocois. Si antes tenían uno de 200 litros, ahora es de 130: «Vendemos vino joven, por lo que no aguanta tanto tiempo, y además el barril es más manejable», explica. También asegura que este verano fue «una verdadera locura» con la cantidad de turistas que entraron en el local, sobre todo madrileños. «Que vuelvan, pero más poco a poco», pide. Sobre la historia del local, abierto en 1954, Teresa confirma que es un negocio familiar que ya era de su suegro. A pesar de que la demanda ya no es como hace años, sigue encontrando las tazas y jarras de loza de color blanco con facilidad: «En A Coruña hay varios distribuidores». Y con tantos años de recorrido, las anécdotas son miles. Ella destaca la de un cliente que dejó pagado (en realidad legó el dinero a su sobrina para que hiciera el abono) 200 tazas de vino para cuando se muriera. Y los hijos de otro cliente, «trajeron a su padre incinerado en una urna y se pagaron rondas: una taza para él, otra para la hija y otra para el hijo, y así unas cuantas».
A Cunquiña. Otro clásico que aguanta, en este caso, frente a la plaza del Humor. Rosa Ferreiro Álvarez explica que sus padres abrieron el local el 7 de febrero de 1956 y que, como su madre era de Ourense, al principio traían el vino de las fincas familiares. Y ahora siguen con la tradición de comprarlo en Bodegas César Ruso. «Para el embotellado traemos de Antonio Motero», matiza. Su madre se jubiló con 67 años y dos de los clientes, Pedro y Eduardo, se pusieron al frente del negocio. Ella lo retomó otro 7 de febrero, pero del 2017. «Continúa como tasca, pero con actividades alternativas como música, eventos por el samaín, las canciones de los viernes... En todo caso, la esencia de la tasca son las cuncas, y eso sigue igual». La taza está a 0,70 euros y a los clientes de siempre («son los caseros y algunos me conocen desde que yo era pequeña»), les pone un pequeño pincho de fiambre. Las tapas son las tradicionales del local: chicharrones, queso del país, empanada y chorizo picante, aunque han ido incrementando la oferta. Es, también, donde todavía sirven quintos de cerveza en botella, con la boca envuelta en una servilleta. «La esencia de la tasca son las cuncas, pero también la gente de siempre. Los caseros, como yo los llamo, se pasan aquí el tiempo de tertulia. Y no es tanto lo que beben sino la convivencia que hacen», asegura.
O Cancelo. En el entorno de la calle Barcelona, concretamente en la calle Pascual Veiga, se sitúa esta tasca donde anteriormente estaban las bodegas Díaz. Su actual propietario, César López, explica que cogió el traspaso el pasado 11 de enero. «Yo soy venezolano, el anterior dueño era sirio, aunque Cancelo, el fundador, sí que era de aquí. Lo debió de abrir hace más de 60 años», explica. A 0,70 euros la taza, no tienen pincho de cortesía, pero sí hay una gran variedad de raciones que se toman sobre una artesa, junto a la lareira o los barriles que hacen de mesa. Dice que los clientes jóvenes también piden la cunca de viño: «La gente que viene, por lo general, es mayor, pero otros muchos son hijos o nietos de antiguos clientes que vienen a tomar la taza como se hacía de toda la vida». Y en el local hay una buena colección que tienen dueño: «Algunos cogen la que era de su padre para beber».
Mesón O Chicote. El marido de Mercedes Sánchez cogió hace 15 años el traspaso de este mítico local situado en Ramón y Cajal, 13. Lo llevan ahora ella y su hijo, Xosé Pedreira. Punto de encuentro, es difícil verlo vacío. «Sí, nosotros servimos el ribeiro blanco en taza tradicional. Es algo con lo que empezó mi padre y seguimos la tradición», explica. Reconoce que son los clientes de más edad los que piden el vino que traen de Ribadavia. «Mi padre consideraba que no todos pueden pagar un Rioja de más de 2 euros...», indica Mercedes. Allí, la cunca pequeña cuesta 1 euro y, la grande, 1,20. Y la primera siempre va con pincho: «Tortilla, chorizo, queso, salchichón... Aunque si se repite ya no podemos porque no da para tanto».
O Ribeirao. Esta bodega situada en la calle Bugallal Marchesi, junto a la fuente de las Pajaritas, es un clásico en la zona de Elviña. La cunca de ribeiro, que viene con pincho, cuesta 1,20 euros. «Cada día ponemos algo nuevo para comer: callos, morro, oreja, tortilla... lo que toque», explica su propietario, Antonio Lodeiro, que lleva al frente del establecimiento seis años, aunque lleva abierto ya casi medio siglo.
Tasca la Parra. Lleva abierta desde el año 1952 y, como su nombre indica, en la terraza los clientes se pueden sentar a la sombra que da la planta. Aunque el local fue reformado, una foto gigante en blanco y negro situada detrás de la barra recuerda a las personas que iniciaron el negocio.
También siguen esta tradición otros locales como Casa Andrés, O Tarabelo o la bodega Dobao, situada en la calle Julio Rodríguez Yordi, en la zona de Riazor, y local neurálgico del deportivismo coruñés. Los nostálgicos echarán de menos el olor a madera y vino del David, el Tomelloso, La Traída, O Tabeirón, El Faba, Casa Enrique o la Patata.