Laura Cedrón: «El Ágora es de todos, por eso debemos sacarle el máximo rendimiento»
Ellas
El centro celebra sus diez años de vida convertido en una referencia sociocultural
13 Feb 2022. Actualizado a las 05:00 h.
Como las plazas públicas de la antigua Grecia, el Ágora de A Coruña se ha convertido en ese lugar intergeneracional donde se puede charlar, leer, escuchar música, participar en un congreso, ver una exposición o asistir a un curso de cocina o astronomía. La arquitectura del edificio, con sus techos altos y sus espacios diáfanos, es rompedora, luminosa y cálida, a lo que contribuye el carácter afable de su personal. Laura Cedrón (Vigo, 1973), coordinadora del centro, nos recibe con una sonrisa: «Lo que hace especial al Ágora son nuestros usuarios y nuestros profesionales», afirma.
—¿Qué balance hace desde aquel 29 de enero de hace diez años en el que se inauguró?
—Estos diez años del Ágora han sido complejos. Empezaron con la dimisión del primer director y luego asumió la coordinación Begoña Llamosas. Tanto ella como el equipo que logró conformar (con Ana Judel, María Esperón y los de Normalización Lingüística) realizaron un trabajo excepcional. Y ahora estamos nosotros intentando ayudar en lo que podemos, porque nos vino la pandemia por el medio.
—¿Cómo han sido estos años?
—Este edificio ha acogido prácticamente de todo: música, teatro, circo... Se ha gestionado un montón de actividad cultural. El primer programa que se instauró aquí, pionero en España y que goza de bastante prestigio, es Bebescena, un ciclo de teatro para niños de 0 a 3 años que mezcla todas las artes escénicas. Fue y sigue siendo innovador.
—¿Diría que es una de las señas de identidad del Ágora?
—Sí, junto con el ciclo Ilusión (una agenda repleta de circo, artes escénicas y música) y la biblioteca del Ágora, que se mueve mucho y tiene programas preciosos como Libros Vivintes o Merendas con Contos.
—¿Cómo va el programa de ocio?
—Pues triunfan los talleres de historia, cine, astronomía, teatro, literatura, cocina... En el Ágora tenemos una maravillosa cocina.
—Me han dicho que está a tope.
—Sí, hay once talleres, así que está a pleno rendimiento [nos la muestra]. Nuestra filosofía es que este edificio es de todos y para todos. Por lo tanto, tenemos que sacarle el máximo rendimiento. ¿Para qué vamos a tener cuatro paredes vacías? Intentemos llenarlas con todo lo que podamos.
—Esto tiene más de diez mil metros cuadrados de superficie.
—Pues prácticamente se utiliza todo el espacio. Y sí, es grande.
—El Ágora nació en una época en la que se generaban más contenedores que contenidos.
—Aquí había contenido y se dio ese contenido durante años.
—¿En qué momento está ahora?
—Estamos intentando recuperar todo ese contenido y organizar las cosas un poco más. Que no sea un contenedor desastre.
—Fue concebido para ser el Fórum del Agra do Orzán. ¿Los usuarios son vecinos de la zona?
—Sí, al Ágora, fundamentalmente, viene gente de la zona. En el Fórum los usuarios son de toda la ciudad y aquí vienen de los barrios más cercanos: Agra, Ventorrillo, Los Rosales, la Sagrada...
—¿Cree que ha jugado ese papel vertebrador con los barrios?
—Personalmente, creo que sí. Estoy muy contenta porque, desde que estamos aquí, tenemos una magnífica relación con la asociación vecinal del Agra do Orzán, con los que desarrollamos el programa Agra no Ágora.
—¿Qué le pide al futuro?
—Más personal. Este edificio necesita más personal para poder abarcar todo y, sobre todo, para pensar. En cultura hay que pensar en el largo plazo. Hay mucha gente en la ciudad haciendo cosas interesantes en música tradicional gallega. Debemos fomentar más eso, el teatro aficionado o los grupos de música locales...
«Cuando volvimos a abrir tras el confinamiento fue increíble»
Pocos días antes del confinamiento por la pandemia del covid, la reina Letizia presidió la entrega de los premios Fundación Princesa de Girona en el centro Ágora de A Coruña. Fue un 28 de febrero de hace dos años. Todavía no teníamos claro la que se nos venía encima.
—Supongo que aquellos días del 2020 no se olvidan fácilmente.
—Claro que no. Estuvimos cerrados desde que nos confinaron hasta el mes de septiembre. Cuando volvimos a abrir y retomamos la actividad fue un momento increíble y emocionante.
—¿Qué recuerda de los primeros años del Ágora, allá por el 2012?
—Pues mire, yo inauguré este edificio embarazada de mi segundo niño. Recuerdo a Ana Fernández, la concejala, diciéndome: «Para, Laura, ¡que vas a tener el niño hoy aquí!» [Risas].
—Ese niño tiene tantos años como este recinto.
—Mi hijo nació el 5 de mayo del 2012, así que tiene los mismos años que el Ágora, sí.
—¿Quién tira más de usted?
—¡Algún quebradero de cabeza más me da el Ágora, ja, ja...! ¡Es que el niño es muy bueno!
—¿Cómo es el día a día? Por ejemplo, ¿cuántos usuarios vienen?
—La biblioteca tiene casi 60.000 usuarios a lo largo del año. Y en el programa de ocio tenemos unas 800 personas todas las semanas.
—¿Ganan los adultos o los niños?
—Mitad y mitad. Los que más vienen son los papás con sus niños.
—Una frase para recordar.
—El otro día me hizo mucha gracia Fina, una usuaria, que me dijo: «Muy cariñosa eres». Estas cosas son las que te llenan. La mayoría de los usuarios son muy agradecidos y eso lo compensa todo.
—También le habrá tocado vivir algún momento malo. ¿Cuál fue?
—La marcha de Begoña Llamosas, persona excepcional. Perdimos una gran programadora cultural.
Planes con éxito: Además del Bebescena, en el Ágora triunfan los talleres de astronomía, arte e historia de la ciudad y las actividades de la biblioteca.
Ocio activo: «Los usuarios vienen a disfrutar de su tiempo libre con nosotros y nosotros disfrutamos con ellos mientras les ofrecemos un poquito de formación».