«Los rastreadores nunca nos creíamos la frase ''es que no estuve con nadie''»
Ellas
«Llegamos a tener ocho mil llamadas de toda Galicia en 24 horas», asegura la jefa del teléfono del covid
13 Mar 2022. Actualizado a las 05:00 h.
A Sandra Castro Grela (A Coruña, 1976) le tocó vivir la pandemia desde el otro lado. Coordinadora del teléfono de información del covid de la Xunta, (881 540 045), cada vez que llamamos para comunicar un positivo o un contacto estrecho, es su voz la que sale diciendo: «Benvidos ao teléfono de información do coronavirus da Consellería de Sanidade. Se vostede ten síntomas compatibles coa covid, pulse un...».
—Lo de la locución es una anécdota, porque usted, en realidad, es la jefa de los rastreadores.
—He estado coordinando el servicio de rastreo y el teléfono de información. Cogí el trabajo para quince días y aquí llevo dos años.
—¿Por qué nació este servicio?
—El 061 se vio de repente con doce mil llamadas diarias. Como no era capaz de absorber todo ese desborde, arrancamos el servicio el 17 de marzo del 2020. Al día siguiente, el 061 estaba totalmente estabilizado.
—El 13 de marzo del 2020 nos mandaron para casa. ¿Recuerda qué pensó ese día?
—¡Pensé que serían dos meses!
—¿Cuándo se dio cuenta de la que se nos venía encima?
—En verano, con el primer gran brote de Galicia, en la Mariña lucense. Ahí nos dimos cuenta de la que se nos venía encima. El rastreo había empezado en mayo, cuando casi no había casos.
—¿Cómo resume este tiempo?
—Hemos vivido momentos muy duros. El principio fue muy difícil. Había mucho miedo. Son dos años en los que ni mi equipo ni yo hemos podido desconectar. Y lo vamos a seguir haciendo el tiempo que haga falta para ayudar a los ciudadanos y al personal del Sergas.
—¿Cuántos son en ese equipo?
—He llegado a coordinar a 800 personas, entre los rastreadores y el teléfono de información.
—¿Batieron récord de llamadas?
—Llegamos a tener más de ocho mil llamadas de toda Galicia en 24 horas. El esfuerzo fue brutal.
—¿Ha llegado a soñar con PCR?
—He llegado a soñar con PCR, con el covid y he llegado a ver muñequitos verdes por todas partes. Es broma, pero, por mi forma de ser, me impliqué mucho, sí.
—Los cambios de protocolo eran constantes. ¿Con cada comité clínico se echaba a temblar?
—Sí [Sonríe]. Acababan por la noche y yo les pedía que me lo mandasen todo ya. Cada vez que salía el conselleiro a dar los cambios, ya empezaban las llamadas.
—¿Cuál fue la locura total?
—Cuando salió lo de los semáforos y niveles por concellos. Es que soy de tal sitio. Era tremendo.
—¿Y las prisas por vacunarse?
—También. Y hubo un negacionista que llamó todos los días para decir que no existía el covid.
—¿Se siente orgullosa?
—Nos llama gente de otras comunidades para pedirnos información y nos dicen que ojalá tuvieran ellos una atención así, que qué suerte tenemos en Galicia.
—Ya, pero también hubo críticas por la disparidad de criterios entre los propios rastreadores.
—El tema de la confusión de los rastreadores venía muchas veces porque una cosa era el protocolo del ministerio y otra la adaptación que había hecho Galicia. Cuando nos ha llegado alguna queja así, hemos intentado escuchar esa llamada, ver lo que se había dicho y volver a llamar.
—¿Dónde están físicamente?
—Físicamente estamos situados en A Coruña y tenemos gente en Lugo, Pontevedra y Santiago. Pero atendemos a toda Galicia.
—¿Cuál fue la peor ola?
—La de enero del 2021. Esa fue la que peor llevó todo el mundo. Aun no estaban las vacunas, la gente se ponía muy malita y tenían mucho miedo.
—¿Cómo le gustaría terminar?
—Con mi más sincero agradecimiento a todo el personal del Sergas, por su implicación total.
«Una mujer de Laxe que estuvo ingresada nos llama siempre para darnos los buenos días»
En primera línea de la lucha contra el covid, Sandra Castro todavía se emociona al recordar los momentos tan duros que vivió durante esta pandemia.
—Se volcó, pero valió la pena.
—Sí. Han sido tantas las llamadas y correos de gente dando las gracias, que al final, dices, ¡pues tampoco lo habremos hecho tan mal! Una mujer de la zona de Laxe que estuvo ingresada por el covid, nos llama todos los días para desearnos los buenos días desde que salió del hospital.
—Tendrá miles de anécdotas.
—Y la primera fue la que más me impactó. Fue una persona de A Coruña que nos llamó y se ponía muy nerviosa. Estaba pidiendo permiso para ir a ver a su mujer, porque se estaba muriendo.
—¿Estábamos confinados?
—Sí, era el 20 de marzo. Llamé a la policía (trabajábamos coordinados) y les avisé de que iba a ir esta persona a un hospital. Luego me llamó llorando y dándome las gracias.
—¿Su mujer se salvó?
—El día 28 leí en La Voz que una señora había salido de la uci y siempre pensé que era ella. Ojalá.
—¿A cuánta gente han pillado en renuncios?
—¡A mucha! Hemos pillado a gente en la calle cuando había dado positivo por covid; pero, en general, los gallegos y gallegas hemos sido muy disciplinados.
—¿Los «policías de balcón» les llamaban a ustedes?
—Pues mire, muchos ciudadanos utilizaban este teléfono para decir que Fulanito de tal estaba en la calle y tenía el covid.
—¿Qué palabra resume para usted estos dos años?
—El primer año, miedo. Luego, disciplina y ahora, resignación.
—¿Con qué se queda?
—Con la responsabilidad de los gallegos. El 90 % de las llamadas fueron bien correspondidas.
Al teléfono: «Los rastreadores nunca nos creíamos la frase “es que no estuve con nadie”. Si venía de una persona mayor de 65 años, sí, pero del resto, no».
Agradecimientos: «A las cuatro jefas territoriales de Sanidade, al gerente del Sergas y a Saúde Pública. Han estado de diez», asegura Sandra Castro.