Furancho Brasa Clandestina, donde la tradición y la parrilla van de la mano

Los furanchos como tal, como aquellas casas particulares típicas de zonas de Galicia tan diferentes como O Salnés o Betanzos en las que se vendía el excedente de vino y se ofrecía comida casera para acompañarlo, han prácticamente desaparecido para dar paso a locales de hostelería profesionales. Y en esa línea enxebre está Furancho Brasa Clandestina, este negocio de la cuesta de la Unión que Álex Lista puso en marcha en abril del año pasado. «Hacemos comida tradicional y las raciones son grandes. Eso es algo que no faltaba en los furanchos», comenta su propietario.

La oferta gastronómica se divide en dos. Por un lado están los platos de toda la vida, pero no por eso menos apetitosos, como la tortilla, jugosa y equilibrada, la ensaladilla o los calamares, con una fritura sutil. La otra parte de la carta se basa en la brasa. Para evitar el humo y los olores en el local optaron por Pira, un horno cerrado que utiliza carbón. «Así, concentras mucho más la potencia de sabores y el sellado de la carne para que la pieza retenga los líquidos en su interior», explica Álex Lista, quien ejerce además de parrillero. Por las brasas de marabú -optó por esta variedad tras probar más de cinco que no terminaban de adecuarse a lo que buscaba- pasan piezas de picaña, secreto ibérico, lágrimas de cerdo, lagarto… «cortes variados y menos conocidos para que el cliente siempre tenga algo nuevo que poder probar».

En breve tienen pensado añadir a su oferta pescados como salmón, bacalao o cualquier otro que encuentren en lonja. Los fines de semana incluyen sugerencias de pescados, mariscos y algunas carnes maduradas. Los postres, todos caseros, son el cierre perfecto para una comida llena de sabor y sin pretensiones.