La Voz de Galicia

Espacio Coruña y Los Rosales: radiografía de unos «centros comerciales fantasma»

Vivir A Coruña

Laura G. del Valle
Espacio Coruña

Uno vive en estado vegetativo gracias a Mercadona, el otro busca inquilino para sus salas de cine tras el mazazo de la marcha de Yelmo

04 Jul 2023. Actualizado a las 15:49 h.

Cuando Bonilla a la Vista decidió mudarse a Ramón y Cajal para mirar de frente a la competencia, dejó sin merienda a parte de los clientes del centro comercial Cuatro Caminos. Aunque sería atrevido hablar de causalidades, la churrería se fue en el 2006 y, sobre esas fechas, comenzó un vaivén de locales y cierres alrededor del esqueleto que dejó esta cafetería.

Una de las últimas tiendas que echó el cierre fue Ropita, negocio que hoy sigue en pie con locales en la calle Posse y en el centro comercial Los Rosales. Desde esta tienda indican que aunque Yelmo haya abandonado este centro comercial «la situación podría ser peor», y apelando al efecto Pigmalión alegan que «al ofrecer prendas para mujeres de mediana edad, que no tienen muchísima oferta, la tienda va bien y seguirá siendo así». Estas declaraciones son todo un triunfo, pues la parte más golosa de tener un local en un centro comercial es que el tráfico de clientes suele estar garantizado.

En A Coruña esto era así, y había ciertas ventas impulsivas que muchas tiendas conseguían gracias a estar situadas en un espacio recogido, cerrado —no es tema menor en Galicia— e idóneo para desatar las pasiones capitalistas. La cuestión es que con la fiebre del ladrillo la ciudad acogió, en menos de diez años, un puñado de superficies que daban este servicio, dispersándose así el público en función de los perfiles y la localización. El «efecto Inditex» hizo que Dolce Vita, Espacio Coruña o Marineda City se pusieran al mismo nivel que el consolidado Cuatro Caminos, pero solo hay que atender a la realidad actual para comprender que no todos los espacios han corrido la misma suerte.

Inauguración y cierre de centros comerciales en A Coruña y su cinturón urbano

Marineda City resiste como uno de los buques insignia del ocio y las compras en la ciudad —hasta el 2021 lo visitaron más de 150 millones de consumidores en sus primeros diez años de vida—, mientras que las ruinas de Dolce Vita, que cerró en el 2014, darán lugar el próximo año a Breogán Park, cuya principal apuesta es un formato Premium de Cine Yelmo. Espacio Coruña, por su parte, tiene en Mercadona prácticamente su única bombona de oxígeno.

Abierto en el 2009 y con 40.000 metros cuadrados de suelo comercial, hoy Espacio Coruña es un páramo para el consumo. Sobrevive gracias al gigante de Juan Roig, las salas de cine y contadísimas cafeterías. Llama la atención, sin embargo, que en medio de este panorama siga firme una tienda de equitación. Beatriz es la propietaria de Rincón del Valle, que abrió hace dos años. «Es cierto que estar prácticamente sola me perjudica, porque impide esas ventas de calentón, como yo le llamo; pero también es verdad que mis clientes vienen a propósito a por lo que les hace falta, y les resulta cómodo este espacio porque necesitan aparcar bien». Además, comenta que tiene entendido que existe la intención de darle una nueva vida a varios locales vacíos, pero que todo son dimes y diretes.

Fuentes de Inbisa, el grupo que compró el edificio en el 2017, comentan a La Voz que se baraja hacer «obras de mejora en los accesos, pero no hay aún plazos ni presupuesto». Se sobrentiende, por lo tanto, que en principio no existe la intención de deshacerse del inmueble.

En Los Rosales también reina la confianza. Y, de hecho, el centro comercial busca nuevo inquilino para sus salas de cine. Esta es su gran baza para atraer nuevos clientes, más allá de esos vecinos de la zona que hacen la compra en Carrefour, se van como pueden de shopping y pican algo en alguno de los bares que siguen vivos.

Las mañanas son complicadas para el ámbito comercial, pero lo cierto es que, media hora después de visitar Espacio Coruña, en Los Rosales tampoco se veía un alma. Los clientes no sumaban una veintena y tan solo parecían tener interés en dirigirse a comprar lotería o a tomar un café. Salvo una mujer de unos cincuenta años que entró en Ropita decidida a quemar la tarjeta. Palabra de Pigmalión.

Otros centros comerciales nacidos al albur de la explosión del consumo fueron los Cantones Village, que tras mucho ensayo-error, y teniendo también en los cines su principal filón, ahora exploran nuevas vías de negocio de la mano de Miramar Cruises, líder en la venta de cruceros. 


Comentar