Los vecinos del ladrón del Códice no quieren que regrese a su casa
Cultura
Piden un alejamiento porque le temen tras saber que robaba su correo
16 Sep 2012. Actualizado a las 11:47 h.
La cárcel podría no ser la única pena que enfrente el ladrón confeso del Códice Calixtino en caso de ser condenado. Muchos de los vecinos de los tres portales que forman el número 27 de la avenida Rosalía de Castro de O Milladoiro (Ames) no quieren volver a cruzarse por la escalera con Manuel Fernández Castiñeiras. Le tienen miedo. Nunca se llevaron muy bien con él. Le califican como «huraño» y «extraño» y tuvieron una relación trufada de problemas y desencuentros. Pero la gota que colmó el vaso ha sido saber que robaba su correspondencia. Se sienten espiados y vigilados y quieren que el fiscal incluya en su petición de penas una accesoria a la de prisión que impida al ex electricista de la catedral de Santiago regresar a su casa.
La ley prevé esta posibilidad para que en delitos como los de homicidio, sexuales, de integridad moral, contra el honor o la intimidad -entre otros-, se pueda privar al condenado del derecho a residir o acudir a lugares en los que haya cometido el delito o vivan sus víctimas.
No en vano, ya se ha planteado la posibilidad de que a Fernández Castiñeiras se le impida volver a pisar la catedral compostelana por una temporada, porque fue allí donde robó el Códice y, presuntamente, el dinero de la caja fuerte. Prohibirle regresar a la que ha sido su casa se justificaría porque ha sido también acusado de delitos contra la intimidad al haberse hallado en su poder cartas de curas del cabildo y de sus vecinos de O Milladoiro.
«Él nunca se adaptó bien»
El miedo es la tónica general entre los vecinos del ladrón del Códice cuando se les pregunta por él. La mayoría prefieren ni hablar del tema. El propio presidente de la comunidad de propietarios colgó abruptamente el telefonillo al ser preguntado por Fernández Castiñeiras. Otros admiten en voz baja su temor a volver a encontrarse en el edificio con alguien con el que se sentían intimidados. «La verdad es que él nunca se adaptó bien aquí», explica una mujer. Otra, pese vivir «puerta con puerta» con el ex electricista de la catedral tiene una opinión bien distinta y califica como «una tontería» el que algunos de sus vecinos quieran que se le prohíba regresar a su casa cuando salga de prisión.
Aunque el fiscal del caso, Antonio Roma, no ha concretado cuántas cartas de vecinos y de miembros de la catedral tenía Manuel Fernández Castiñeiras en su poder, este diario ha podido conocer que son más de veinte los delitos contra la intimidad que se le imputan. Y no solo por correspondencia robada en la basílica o en el edificio de O Milladoiro, sino también en el apartamento de A Lanzada que había comprado y al que solía ir en vacaciones o los fines de semana.
El momento de que los vecinos planteen el alejamiento de Fernández Castiñeiras de su casa es ahora, antes de que se presente la calificación fiscal de los hechos.