Silvia Superstar: «No concibo un verano en Madrid»
Cultura
La cantante y disyóquey estará pinchando en el Playa Club de A Coruña el 10 de agosto
31 Jul 2018. Actualizado a las 12:00 h.
No ha perdido su esencia. Silvia García, conocida por todos como Silvia Superstar, un icono de los noventa con The Killer Barbies, está en la pomada. Además de cantante y disyóquey, es empresaria con tres locales, muy de su estilo rockabilly, a su cargo en Madrid, bajo el sello de El Fabuloso. Además, cuenta con Exótica, una marca de ropa propia. El 10 de agosto estará pinchando en el Playa Club de A Coruña, tras los conciertos del Noroeste, y podría aparecer alguna noche por la sala Mondo de Vigo.
-¿Artista o empresaria?
-Artista, siempre. Lo de empresaria me vino después.
-¿Cómo le va profesionalmente?
-Muy bien. La verdad nunca he dejado de hacer lo que he querido. Sigo con los bares en Madrid y pinchando en las fiestas en las que me llaman. Además, estoy con un nuevo proyecto musical entre manos, aunque por ahora solo tengo cinco canciones, que el tiempo no me ha dado para más. ¡Ya me gustaría a mí que el día tuviese más de veinticuatro horas!, pero no es así.
-No hay verano en el que no esté pinchando por Galicia.
-Es cierto. Y no solo en verano, también en invierno. A Galicia voy bastante, porque trabajo y porque lo adoro. Mis visitas mensuales a Vigo son imprescindibles.
-¿Escucha reguetón?
-Nada, no es una música que a mí me guste. No me llega personalmente, entonces no lo entiendo ni lo comparto. A mí me llega otro tipo de música, con mucho más temperamento y garra.
-Entonces, tampoco lo pincha.
-Pues no, pincho lo que me gusta a mí. Si no, no tendría sentido mi trabajo.
-En agosto organiza su «pool party» anual en Ibiza. No hay verano sin la isla.
-Realmente, es un lugar que siempre está en verano. Es un sitio al que me encanta ir y al que estoy siempre viajando, al igual que a Vigo. Lo que no concibo son los veranos en Madrid. Porque soy de mar y aquí no lo hay. Entonces, siempre trato de escaparme a Ibiza o a Vigo.
-¿Cómo se soporta un verano en Madrid, donde vive?
-Escapándome mucho, sobre todo. Estando aquí lo menos posible. El calor de Madrid no lo soporto, me baja mogollón la tensión. Entonces, trato de estar siempre en sitios de aire acondicionado o fuera de aquí.
-Recomiende un cóctel glamuroso para refrescarse.
-En el Coconut Bar hacemos un daikiri de piña para alucinar. Lleva piña natural, ron, un poco de azúcar, hielo picado... Se queda como si fuera un frappé, una especie de helado derretido. ¡Te mueres!
-¿Y su preferido?
-Ese es uno y el waikiki, con piña y coco, también me parece muy veraniego.
-¿Prefiere prepararlo o sentarse a tomarlo?
-Sinceramente, tomarlo con mis amigos [se ríe]. Pero si tengo que prepararlo, lo hago encantada de la vida, que ya lo hice durante mucho tiempo.
-¿Cocina?
-Me hago mis cositas. Siempre estoy con mis dietas y mis no dietas. Trato de cuidarme, pero funciono por temporadas y no soy demasiado constante. Lo que sí está claro es que no soy de cocinar guisos, cocidos y arroces. Soy más de ensaladas y cosas a la plancha.
-Me comentaron que le va la comida rápida...
-Tengo que reconocer que me gusta mucho, pero soy de extremos. Me atiborro de hamburguesas, patatas, un buen churrasco... y de repente soy todo lo contrario, de comida supersana. Y, en realidad, soy un poco así para todo: extrema.
-Entonces, ¿cómo hace para estar como hace veinte años?
-Aunque esté para arriba y para abajo, trato de cuidarme y mantener el equilibrio. Y creo que la genética es importante. Y la mía es muy buena por parte de mis padres, algo que les agradezco mucho.
-Dígame su comida favorita.
-El marisco me encanta, el pulpo, un buen sushi, la tortilla de patatas de mi madre es increíble... Me gusta mucho comer, muchísimo. Entonces, todo lo que esté rico, bienvenido.
-¿Le siguen gustando las chucherías de las que hablaba en su sección del «Xabarín Club»?
-¡Cómo no me van a gustar! No solo el sabor, también estéticamente. Me parecen muy pop. En aquella época las coleccionaba. Cuando me iba de viaje, me traía las chucherías más extrañas que encontraba.
-Tiene varios tatuajes, ¿qué cuenta sobre ellos?
-El primero me lo hice en Los Ángeles con 19 años. Los siguientes me los hice en Londres, en Ibiza y algunos fueron regalos de amor, como el del ombligo.
-¿Y el último cuál fue?
-Me tatué a mi perro en el antebrazo, porque es muy especial para mí. Lo hice de una manera un poco friki: es mi chihuahua, Rayito, pero con cuatro ojos y cuerpo de ovni. Es bastante especial [se ríe].
-Tiene un estilo muy marcado. ¿Qué le parece la forma de vestir actual en la calle?
- Los estilos siempre vuelven. Con toques diferentes, pero todo se recicla. Está todo más que inventado. En este momento es el todo vale, se llevan muchos estilos diferentes. Y cada uno coge el suyo. Me parece muy bien que haya una oferta para todos los públicos y que cada uno se quede con la que más le guste.
-¿Qué es lo más importante en la vida?
-Ser feliz, indudablemente. Lo abarca todo.
-Defínase con una palabra.
-Rebelde.