La Voz de Galicia

Irreverente crónica racial

Cultura

Miguel Anxo Fernández

El libreto del «Infiltrado en el KKKlan» está tomado de una novela autobiográfica de Ron Stallworth

04 Nov 2018. Actualizado a las 10:15 h.

Spike Lee (1957) es bueno, incluso muy bueno, aunque a veces se le vaya la pinza y haga películas desnortadas (por ejemplo su inútil remake de Old Boy, en 2013) e incluso abuse del subrayado, esa tendencia a considerar al espectador como algo zopenco, lo cual quizá se entienda cuando se dirige a sus paisanos, 60 millones de los cuales votaron al inquietante Donald Trump -tampoco se olvide-. En Infiltrado en el KKKlan no puede evitarlo en la secuencia inicial con Alec Baldwin como un tóxico líder supremacista aunque de apariencia muy respetable, o con la de cierre, enlazando con imágenes documentales de lamentables acontecimientos recientes en igual dirección, advirtiendo lo que ya todos sabemos: algo no marcha bien en el asunto racial. Unido a que Lee es abanderado irredento de la negritud reivindicativa, este guion le venía al pelo. El libreto está tomado de una novela autobiográfica de Ron Stallworth, el policía de Colorado Springs que pasaría a la historia como el primer infiltrado negro en la organización creada por soldados sudistas al acabar la guerra civil estadounidense a mediados del siglo XIX (y que vino para quedarse). 

La peripecia de Stallworth transcurre cuando los años 70 agonizaban, pero Lee opta por un enfoque irreverente, que destila humor negro aunque procurando no salirse del carril para reforzar la premisa principal: denunciar un preocupante estado de cosas. La secuencia con el Klan viendo entusiasmado El nacimiento de una nación (Griffith, 1915) tiene un punto delirante. Aunque para delirante, las conversaciones telefónicas que el infiltrado negro (John David Washington) mantiene con el encapuchado supremo, mientras es su doble blanco (Adam Driver) quien deberá meterse en la boca del lobo. Si Lee redondea la faena es por lo anotado al principio, es muy bueno. A priori ya sabemos que la víctimas son los negros, y que los racistas son unos hijos de padre desconocido, pero simplificar en exceso acaba incomodando. Eso sí, varias décadas después vamos a peor, queda claro. Aun así, nos lo hemos pasado bien y recuperamos a un director al que necesitamos.

 «BLACKKKLANSMAN»


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