Muñoz Machado, 31.º director de la RAE

Nadie pudo poner estos días en cuestión las dotes de gobierno y la gestión desarrollada desde el 2014 por el filólogo vilalbés Darío Villanueva (1950) al frente de la Real Academia Española (RAE), y, sin embargo, su sucesor, Santiago Muñoz Machado (Pozoblanco, 1949), nada más saberse vencedor ante la candidatura del periodista Juan Luis Cebrián, a finales de diciembre, habló de la necesidad de recuperar el prestigio y la economía de la docta casa de la lengua. Es por ello que debe pensarse que la crisis institucional que atraviesa la RAE va más allá de tener almacenados cientos de palés del diccionario -del que han caído las ventas- y una imagen de cierta división -se ha hablado incluso de «guerra interna»- entre los ilustres miembros del plenario.

La deuda acumulada de dos millones de euros parece pesar negativamente sobre el ánimo de los académicos no solo por la importancia de la cantidad -que también- sino porque nadie vislumbra el modo en que las finanzas se puedan enderezar naturalmente. Y es que el relevo de Villanueva se había planteado en unos términos que, por primera vez, priorizaban en el candidato los conocimientos en gestión por encima de la trayectoria filológica.

El proyecto de Muñoz Machado parece que pasa una vez más por la apelación -reiterada y sin éxito- al Gobierno central para que incremente la aportación a la RAE en los presupuestos del Estado (y recupere así los niveles anteriores a la crisis económica del 2008). Catedrático de Derecho Administrativo de la Universidad Complutense de Madrid, Muñoz Machado ya hizo saber que el económico sería un apartado clave en el programa que expuso el jueves -en el primer pleno del 2019, al asumir oficialmente el cargo- ante sus colegas, con el convencimiento personal de que podrá resolver estos problemas en el primer año de su mandato. El académico cordobés confía en la sensibilidad del Ejecutivo de Sánchez y de su ministro de Cultura, José Guirao, y en que darán luz verde a un aumento de la aportación estatal que ponga fin a las «preocupaciones y penurias» que arrastran desde hace años.

Otro de los desafíos a los que se enfrenta en los inicios de su gestión es el informe que la RAE debe entregar al Ejecutivo sobre el lenguaje inclusivo en la Constitución, y que tanto Villanueva como él han situado en su última fase -habló de llevarlo a debate al pleno a finales de enero- y en la misma filosofía de pensamiento que ha mantenido últimamente la RAE en cuanto a que la Constitución está escrita en español y el masculino es el «género gramatical inclusivo» de esta lengua.