«Roma», mayúsculo cine de evocación

Alfonso Cuarón, que llegaba del espacio cósmico en 3D de Gravity, se hace carnal con la conmoción esplendorosa de Roma, viaje alucinante a través de la memoria íntima que es abrazo telúrico de inmensidad evocadora inabarcable. Un díptico de clases ?el Arriba y abajo de la servidumbre nativa y la oligarquía de gen hispánico? con palpitante puesta en escena de los recuerdos del niño de alta cuna que fue Cuarón. Y, a través de él, de su nana mixteca. Este travelling sobre su infancia exhala, como un sortilegio, el México de 1970, al encuentro de un país que no era aún Estado fallido sino algo distinto, la jerarquía de un zoo de cristal, con la dictadura perfecta del PRI solo insinuada. Y las reverberaciones de la matanza de la Plaza de las Tres Culturas expuestas en otro espasmo de violencia que retumba en la crónica de familia. Es ese momento de ruptura radical, de quiebra con el pulso intimista de Roma, a través de la composición de una coreografía de sangre y de paramilitares novios de la muerte. Se incrusta esa aterradora memoria de la represión histórica en el predominio del pasado de personalísimas ondas de ensueño del niño Cuarón.

Baste la intensidad de otra secuencia, aquella en la cual asistimos a lo que pareciera un ahogamiento en el mar, figurado en un fuera de campo, para condensar las dimensiones de Roma como pieza magna que nos permite un reguero de ternura despejado en el espesor del México de la eterna impiedad.

Roma

México-Estados Unidos, 2018.

Dirección: Alfonso Cuarón.

Guion: Alfonso Cuarón.

Intérpretes: Yalitza Aparicio, Marina de Tavira, Marco Graf, Diego Cortina Autrey, Carlos Peralta, Daniela Demesa, Nancy García García, Clementina Guadarrama, Andy Cortés, Verónica García, Enoc Leaño, Fernando Grediaga.

Drama.

135 minutos.