Woodstock soñó con otro mundo posible
Cultura
El festival captó las inquietudes de su tiempo, dejó canciones e imágenes icónicas y un legado irrepetible
15 Aug 2019. Actualizado a las 05:00 h.
Hay momentos en que corrientes subterráneas confluyen en un mismo punto y afloran a la superficie. Eso fue el festival de Woodstock, que entre los días 15 y 17 de agosto de 1969 fue el manantial que canalizó las inquietudes de su tiempo, desde la oposición a la guerra de Vietnam a la lucha por los derechos civiles y el feminismo. Las canciones, claro, fueron el agua de ese manantial, que fertilizó e hizo visible la causa de la contracultura. Un repertorio alimentado por una nómina que se lee como un quién es quién de los años sesenta: Jimi Hendrix, Jefferson Airplane, The Who, Santana, Ten Years After, Creedence Clearwater Revival, Joan Baez o Janis Joplin, entre otros. Hubo ausencias clamorosas -Beatles, Dylan, Byrds o Doors- pero es posible que ellos, al igual que los organizadores, infravalorasen la convocatoria. Con una infraestructura para apenas unas decenas de miles, la cita acabo por congregar a casi medio millón de personas, que dejaron para las cámaras imágenes icónicas, al igual que para la película que documentó las actuaciones y que sentó las bases para futuras filmaciones en torno al rock.
Ese caos organizativo fue la mejor evidencia de que Woodstock había reunido a aquellos que soñaban con otro mundo posible, pero también los había confrontado con los dilemas más prosaicos de gestionar una sociedad: puestos de mando en donde acabarían muchos de aquellos soñadores apenas una década o dos más tarde. Por esas contradicciones y la genialidad de unos músicos el legado de Woodstock es irrepetible, aunque el festival se haya reeditado. Cosa que no ocurrirá este año, al cancelarse el festival previsto para conmemorar los 50 años de la cita original.