La estrofa secreta de Baudelaire
Cultura
Una familia escondió durante un siglo una primera edición de «Las flores del mal» con unos versos censurados por la justicia y anotados a mano por el poeta
16 Nov 2019. Actualizado a las 10:38 h.
Escondida en una biblioteca privada de un apartamento parisino, una inusual primera edición de Las flores del mal, el poemario más conocido de Charles Baudelaire, ha sido hallada por una subastadora que encontró en su seno una estrofa secreta del poema que sirvió de comienzo a la poesía moderna. «Hacemos inventarios de herencias cada semana, es la base de nuestra profesión, pero es cierto que hacer un descubrimiento tan excepcional es muy raro porque no había descendientes directos y no había nadie que conociera la existencia de esta obra», afirma su descubridora, Myrtille Dumonteil, de la casa de subastas Artvalorem.
Dumonteil pondrá la obra a subasta el día 22 de este mes en un acto que se celebrará en la reputada casa Drouot, por un precio estimado de entre 60.000 y 80.000 euros, tras haberla analizado y autentificado con un experto librero, Emmanuel Lhermite, quien dio por buena la caligrafía de Baudelaire. Pero la particularidad de esta venta no reside solo en el perfecto estado de la obra ni en la originalidad de la edición, ya que hay 1.300 ejemplares de esta primera publicación en 1857: el libro guarda una estrofa inédita del poema Las joyas, uno de los que la justicia censuró. Traducidos al español los versos dicen: «Y me sentí entonces lleno de esta Verdad: / Que el mejor tesoro que Dios guarda al Genio / Es conocer a fondo la terrestre Belleza / Para hacer surgir de ella el Ritmo y la armonía».
Los poemas Las joyas, El leteo, A la que es demasiado alegre, Lesbos, Mujeres condenadas y Las metáforas del vampiro fueron excluidos de las ediciones posteriores después de que un tribunal correccional viera un delito de ultraje a la moral pública y a las buenas tradiciones. Además, impuso al autor una multa de 300 francos y de 100 a cada uno de sus dos editores. Otros cuatro poemas se salvaron, eso sí, de las acusaciones de atentado a la moral religiosa que también lanzaron contra el poeta.
Pero la censura no solo no pudo con Baudelaire, sino que le hizo más fuerte. En mitad de aquella batalla judicial y de la repudia que la crítica lanzó sobre él -lo tacharon de obsceno e incluso de loco-, el autor se puso a escribir e incluyó en la segunda edición, publicada en 1861, no seis nuevos poemas para reemplazar a los proscritos por la ley, sino 35. Los añadidos continuaron hasta su enfermedad, en 1866, y la versión que ha llegado a nuestros días tiene más de 150 poesías. En concreto, los versos que ahora han sido hallados al final de Las joyas no fueron nunca incluidos en las ediciones posteriores que el mismo Baudelaire validó en vida, de ahí que Dumonteil estime que las futuras versiones de Las flores del mal no serán modificadas. Los cuatro versos parecen más bien una propuesta del poeta, añadida a la amistosa dedicatoria con la que entregó el libro al periodista y crítico literario Gaston de Saint-Valry.
El ejemplar, con una elegante tapa rígida en verde botella y el lomo grabado en dorado con el nombre de la obra y el autor, ha permanecido en la vitrina de esta misteriosa familia de editores y escritores desde el siglo XIX. Dumonteil estima que fue el mismo De Saint-Valry quien entregó el libro como un regalo a un antepasado de este parisino anónimo, que falleció este año sin herederos directos y sin haber dejado antes constancia de la posesión del ejemplar.
Pero la estrofa no era del todo desconocida de los expertos. «Pensamos que fue consultada en 1928 por el gran especialista de Baudelaire Yves-Gérard Le Dantec, que pudo consultarlo pero no recibió la autorización de difundir la estrofa inédita. Tenemos un correo de Le Dantec a la propietaria del libro donde le dice que está escandalizado de no recibir esa autorización», añade. En la misiva, Le Dantec implora a la dueña que cambie de opinión en pos del interés divulgativo que cualquier nota, escrito o carta de Baudelaire podría tener. Pero no logró convencerla. «Deseaba guardar este tesoro para sí misma», opina Dumonteil. El libro será brevemente expuesto en Drouot durante un día, la víspera de la venta, que podrá seguirse en internet en directo por todos los interesados.