La poeta Louise Glück, sorprendente Nobel de Literatura, y sorprendida: «De verdad que necesito un café ahora»
Cultura
La Academia Sueca refrenda la carrera de la autora estadounidense, muy reputada en su país aunque menos conocida fuera de América y del mundo anglosajón
09 Oct 2020. Actualizado a las 20:21 h.
La poesía ha dado la campanada en Suecia. Ni Murakami, ni Condé, ni Atwood, ni Marías, ni DeLillo, ni McCarthy, ni Ulítskaya ni los demás candidatos elevados a favoritos por críticos y casas de apuestas... El premio Nobel de Literatura 2020 recayó en la poeta estadounidense Louise Glück (Nueva York, 1943) por ser poseedora de una «inconfundible voz poética que a través de una belleza austera hace universal la existencia individual», según ensalzó en la mañana de este jueves en su anuncio la Academia Sueca, por voz de Anders Olsson, presidente del comité del Nobel de Literatura. También elogió el esfuerzo de la autora por la claridad en el lenguaje y el verso, donde la sencillez, la cotidianeidad y la elegancia sin efectismos ni alardes son sus señas de identidad. Ella se considera alumna del poeta Stanley Kunitz, premio Pulitzer y conocido por su compromiso social y su apoyo a los jóvenes valores, así como por una obra de inclinaciones pacifistas y ecologistas.
Horas después, la academia hizo pública la conversación telefónica con Glück, que admitió estar abrumada por la cantidad de llamadas recibidas. «No me importa [le habían preguntado si podían grabar la conversación], pero de verdad que necesito un café ahora, y algo más; dos minutos», pidió [eran las siete de la mañana en EE.UU.].
A la pregunta de qué significa el Nobel, Glück replicó con humor: «Ni idea». E ironizó sobre las envidias que podría suscitar entre el resto de autores. «Mi primer pensamiento fue que me iba a quedar sin amigos, porque la mayoría son escritores. Pero luego pensé que no pasaría. Realmente no sé lo que significa, es un gran honor», señaló para recordar que autores que admira lo recibieron «recientemente».
«En términos prácticos -agregó-, quiero comprar otra casa en Vermont, ya tengo una en Cambridge y, bueno, ya puedo hacerlo. Pero sobre todo estoy preocupada por mantener mi vida privada junto a las personas que quiero. El teléfono no deja de sonar todo el rato», lamentó.
Sobre su obra, apuntó: «Mis libros son muy distintos unos de otros. Sugeriría que no lean mi primer poemario. Yo diría que Averno sería un punto de partida, o mi último libro, Faithful and Virtuous Night», subrayó Glück.
No se llevaba el Nobel una poeta desde 1996, cuando la gran autora polaca Wislawa Szymborska se convirtió en imprescindible. Entre ambas apenas hubo dos galardones centrados en la poesía, el del sueco Tomas Tranströmer (2011) y el polémicamente otorgado en el 2016 a Bob Dylan.
En una comparecencia marcada por las restricciones impuestas por la pandemia, sin apenas asistentes, en el antiguo edificio de la Bolsa de Estocolmo, Olsson expuso entre las virtudes de Glück la forma en que, «en sus poemas, el yo escucha lo que queda de sus sueños e ilusiones, y nadie puede ser más duro que ella para afrontar las ilusiones del yo».
Glück es autora de una decena de libros de poesía y de una colección de textos sobre poética, Proofs and Theories (1994). En sus ensayos, recuerda la academia, Glück dialoga con otros poetas fundamentales en la lengua inglesa como T. S. Eliot o John Keats. Aunque por su faceta íntima, autobiográfica y confesional a veces se la relaciona con la obra de otras poetas como Anne Carson -por cierto, sempiterna candidata al Nobel-, Mary Oliver, Adrienne Rich o Léonie Adams.
Su producción abarca casi cinco décadas de dedicación: Firstborn (1968), House on the Marshland (1975), The Garden (1976), Descending Figure (1980), The Triumph of Achilles (1985), Ararat (1990), The Wild Iris (1992), Meadowlands (1996), Vita nova (1999), The Seven Ages (2001), October (2004, en el que evoca el dolor de los atentados del 11S), Averno (2006), A Village Life (2009) y Faithful and Virtuous Night (2014).
Sobre Averno, la Academia Sueca anotó que se trata de «una colección de poemas magistral, una interpretación visionaria del mito del descenso de Perséfone al infierno en el cautiverio de Hades, el dios de la muerte». Entre sus temas recurrentes, sobresalen la infancia y la vida familiar, la relación con padres y hermanos, a través de cuyo desarrollo persigue lo universal, para lo que suele inspirarse en los mitos y los motivos clásicos -presentes en la mayoría de sus obras; por ejemplo, es muy claro su viaje por Grecia y Roma en Meadowlands.
Obtuvo ya en su debut el Academy of American Poet’s Prize, y después, entre muchos otros, el Premio Nacional de la Crítica, el Pulitzer, el William Carlos Williams y el National Book Award.
Está considerada una de las autoras más relevantes de la escena actual en EE.UU. Es miembro de la Academia Americana de las Artes y las Letras, imparte clases de literatura de la Universidad de Yale y vive en Cambridge.
En España, el sello Pre-Textos -en su magnífica colección La Cruz del Sur- mima su obra. No fue cosa del azar. La editorial valenciana valoraba publicar su obra cuando surgió la relación contractual: «No fue casual y demuestra que el azar no existe, sino que es la conciencia y la necesidad», relata el editor Manuel Borrás, que relata cómo sucedió todo: «Yo había leído a Glück por un buen amigo neoyorquino y era una poeta que me encantaba, pero no hubo necesidad de llamar e intentar contactarla: se dio la feliz circunstancia de que uno de esos días recibí una llamada de su agencia literaria».
A través de esa llamada, recuerda Borrás en declaraciones a Europa Press, supo que era la propia Glück la que tenía interés de editar su obra con Pre-Textos, a raíz de conocer cómo editaban los libros. «Ella vio una edición de un libro nuestro en casa de Mark Strand, uno de nuestros autores, y le llamó mucho la atención hasta el punto de decir que ella quería tener un libro como ese», explica con humor.
Entre la vida interior y los ciclos de la naturaleza
Se me secó el alma. / Como un alma arrojada al fuego, / pero no del todo, / no hasta la aniquilación. Sedienta, / siguió adelante. Crispada, / no por la soledad sino por la desconfianza, / el resultado de la violencia.
El espíritu, invitado a abandonar el cuerpo, / a quedar expuesto un momento, / temblando, como antes / de tu entrega a lo divino; / el espíritu fue seducido, debido a su soledad, / por la promesa de la gracia. / ¿Cómo vas a volver a confiar / en el amor de otro ser?
Mi alma se marchitó y se encogió. / El cuerpo se convirtió en un vestido demasiado / grande / para ella. / Y cuando recuperé la esperanza, / era una esperanza completamente distinta.
El traductor al español de este poema de Louise Glück, titulado El vestido y perteneciente a libro Vita nova (Pre-Textos, 2014), Mariano Peyrou, explicaba a Efe que todo el material que usa la poeta «lo busca en sí misma», es decir, añadía, lo que sucede a su alrededor aparece siempre en relación con su vida interior. El lenguaje y el modo en el que lo emplea, de tal forma que parece que está hablando no al lector sino a sí misma, «explorando, murmurando», es otra de las características de la escritura de Glück.
Esa voz interior halla referentes en autores como Robert Lowell, Rilke o Emily Dickinson, y, como anota Adalber Salas, traductor de Una vida de pueblo (Pre-Textos, 2020), esa voz se vuelve «inesperadamente necesaria» en este mundo extraño de la pandemia -el libro se editó en España en pleno confinamiento-. Salas detalla cómo crea en esta obra un universo que se afinca en los ciclos naturales, en la recurrencia, en la regularidad eterna de la naturaleza.