Guillermo Altares: «No debemos olvidar a dónde llevan los enfrentamientos y los nacionalismos»
Cultura
La Voz entrega este domingo la primera parte de «Una lección olvidada» dentro de su colección de grandes obras de historia
18 Dec 2020. Actualizado a las 16:51 h.
Una lección olvidada. Viajes por la historia de Europa, del periodista Guillermo Altares (Madrid, 1968), cuya primera parte se entrega el domingo con La Voz, es una obra entretenida y erudita, mezcla de libro de viajes, relato de historia, citas literarias y referencias personales, que recuerda el estilo de Manuel Leguineche (a quien reconoce como maestro) y de Javier Reverte. Un retrato de la historia de Europa en instantáneas, veinte momentos clave en su devenir, desde las pinturas rupestres de la cueva de Chauvet a la guerra de Kosovo. El primer tomo de esta obra se podrá adquirir por 4,95 euros -los suscriptores de la edición impresa pueden beneficiarse de un descuento del 40 %- con el diario el próximo domingo, dentro de la colección de grandes obras de historia que La Voz ofrece a sus lectores.
-¿Cuál es la lección olvidada a la que se refiere el título de su libro?
-Hay varias, pero la primera es aprender que los conflictos en Europa siempre están a flor de piel, que se formó así, y que no debemos olvidar a dónde llevan los enfrentamientos y los nacionalismos y tener mucho cuidado con eso. Otra lección olvidada es que la Unión Europea no es una construcción artificial, sino algo muchísimo más sólido y basado en miles de años de historia. Es más artificial la desunión de Europa que la UE. Y una más, que el respeto a los derechos humanos es algo muy reciente y que ha costado muchísimo esfuerzo. La portada de la primera edición del libro, en la que aparecían dos soldados de épocas distintas luchando, simboliza que la historia de Europa se puede contar a través de sus guerras y conflictos.
-Ciertamente, a lo largo del recorrido que hace por la historia de Europa, llama la atención que la violencia y el terror han sido una constante. ¿Somos conscientes de esa parte de la historia de Europa?
-Creo que no, cada vez somos menos conscientes. Los más jóvenes puede que no se acuerden de las guerras de Yugoslavia. Tendemos a olvidar que hasta bien entrado el siglo XX la mitad de Europa vivía bajo dictaduras comunistas y pensamos que lo natural es vivir en democracia y con progreso, pero eso es más bien lo antinatural, es una construcción que ha costado muchos siglos.
-¿Cómo ha elegido los veinte momentos históricos del libro?
-Son todos sitios donde he estado; algunos los tenía muy claros, otros fueron surgiendo sobre la marcha. El último que incorporé fue el de Portugal, porque me di cuenta de que no le había dedicado ningún capitulo siendo un país que me encanta, e incluí el terremoto de Lisboa. Lo que pretendía es que hubiera un relato histórico que empezase en la prehistoria y acabase prácticamente en el presente.
-¿Qué se van a encontrar los lectores de La Voz en este libro?
-Un poco de historia, un poco de periodismo, un poco de libro de viajes. Lo que espero es que les haga interesarse por la historia de Europa y reflexionar sobre el momento presente, sobre la fragilidad e importancia de los logros, de lo que damos por hecho, la democracia, los derechos humanos, vivir en un Estado de Derecho o que cuando llaman a casa por la noche es el lechero o, ahora, Uber. Damos por hechas muchas cosas que en realidad son una excepción en la larguísima historia de Europa.
-¿España es diferente o es un país inserto en Europa con algunas peculiaridades?
-Creo que las dos cosas. Es un país profundamente europeo. Los gallegos lo saben mejor que nadie porque el Camino de Santiago demuestra hasta qué punto durante la Edad Media, que es el período en el que se forman muchas cosas que ahora son cotidianas en Europa, está imbricada en Europa. Lo que sí es verdad es que no ha habido tantos cambios de fronteras como en otros países europeos.
-¿Qué nos identifica a los europeos?
-Creo que una cierta cultura común, por encima de la lengua, una visión democrática del mundo y una búsqueda de la justicia social. También, cada vez más, sobre todo para las generaciones más jóvenes, una clara conciencia medioambiental. Si algo nos podría definir es la voluntad de ser europeos.
«El pasado cambia, muchas veces manipulado»
«Spinoza es un personaje muy importante para la libertad en Europa, un judío converso que se tiene que refugiar en los Países Bajos y que acaba siendo expulsado por la congregación judía de Ámsterdam; uno de los primeros teóricos de un mundo en el que la justicia no emana de Dios, sino de los hombres», afirma Altares. Entre sus personajes favoritos que aparecen en el libro destaca también a Anna Frank, que «simboliza todo lo malo y todo lo malo que nos ha pasado a los europeos», y a Ötzi, «porque revela el misterio de la historia de Europa, ese hombre que nunca sabremos por qué fue asesinado en las cumbres alpinas y cuyo cadáver aparece prácticamente intacto sorprendiendo a los historiadores tiene algo que me apasiona, por eso cada vez me interesa más la prehistoria, que es cómo cambia el pasado según lo vas descubriendo». Y lo explica: «Tenía un hacha de bronce en una época en la que los historiadores creían que no se había inventado el bronce; y se dan cuenta de que tienen que atrasar 2.000 años el bronce». Asegura que «eso simboliza lo frágil que es nuestro pasado, cómo en un golpe de suerte puede cambiar por completo el pasado».
-El pasado cambia, pero también se manipula. Por ejemplo, los nacionalismos crean mitos para justificar sus pretensiones.
-El pasado cambia, muchas veces manipulado, y si hay algo que saben hacer los nacionalismos es eso. En el libro me extiendo sobre la guerra de Kosovo, con toda esa mitología nacionalista serbia, en torno a la derrota con los turcos, que ni siquiera está claro que lo fuera. Esa mitología de que era una lucha del islam contra la cristiandad es mentira. También lo es la presunta formación de España como enfrentamiento al islam, como si los siete siglos de Al-Ándalus fueran una cosa totalmente ajena, o la invención de la batalla de Covadonga, que casi seguro no existió. Se construye un presente sobre el pasado, cuando en realidad lo único que importa es el presente. Los independentistas catalanes hacen exactamente lo mismo, en eso los nacionalismos europeos se parecen, en el fondo buscan encontrar una justificación en el pasado para su presente que no tiene ningún fundamento.
«La Unión Europea no solo es un gran logro político, sino también moral»
Altares considera que el populismo ha tocado techo en Europa.
-¿La Unión Europea es el mayor logro histórico de los europeos?
-Sin duda. Después de la Segunda Guerra Mundial, tras dos guerras franco-alemanas, los dirigentes de ambos países se dieron cuenta de que la única manera de parar eso era compartir los recursos naturales, con la famosa unión del carbón y el acero. Llegar luego a una unión política, abolir las fronteras y compartir la moneda es algo que no ha ocurrido en ningún otro bloque, no hay nada parecido en Asia, América o África. Es un gran logro no solo político, sino en cierto modo moral, decir que la solución es compartir los problemas. Por eso es tan importante poner coto a los excesos de Hungría y Polonia. La UE es un club de democracias y no se puede permitir que haya países que no respeten las normas democráticas, persigan a los homosexuales o no cumplan la separación de poderes.
-A pesar de ese éxito, hay un ascenso del populismo, la ultraderecha y del euroescepticismo.
-Es algo desgraciadamente bastante viejo. Ya hace 18 años un dirigente de la ultraderecha, sin ningún tipo de careta, Jean Marie Le Pen, negacionista del Holocausto, defensor de la tortura, racista abierto, llegó a la segunda vuelta de las presidenciales. Ese populismo y antieuropeísmo, casi siempre de derechas, siempre ha existido y hay que aprender a convivir con él. Pero creo que han tocado techo.
-Pero los británicos se han ido.
-El brexit es otra historia, porque los británicos nunca quisieron estar del todo en la UE. Es como un matrimonio que se lleva mal y llega un momento en que se divorcia o va a psicólogo, lo que no pueden es dejarlo así. Hay países que no tienen el euro, pero sí Schengen. El que no quería nada era el Reino Unido. Los que votaron el brexit se olvidaron de que tienen un problema enquistado, la frontera con Irlanda del Norte, que se había solucionado y ahora se ha convertido en un gran problema.
-No deja de ser paradójico que un país tan imbricado en la historia europea se quiera ir de la UE.
-No tiene sentido. No se puede entender la historia del Reino Unido sin Europa. Es cierto que siempre han tenido un concepto insular y una relación especial con EE. UU. y nunca se han sentido del todo cómodos en la UE. No van a dejar de ser Europa pero van a tener muchos problemas porque sus intercambio comerciales son sobre todo con la UE.