La Voz de Galicia

Abel Azcona: «El arte tiene que ser políticamente incorrecto, está para ser rupturista»

Cultura

Montse García Santiago / la voz Artista
Abel Azcona compartió su experiencia con jóvenes creadores en la Cidade da Cultura.

El provocador artista considera que la creación tiene que ser una herramienta transformadora

27 Aug 2021. Actualizado a las 05:00 h.

«Me da igual, son solo denominaciones», dice Abel Azcona (Madrid, 1988) sobre el calificativo que más se repite sobre él, el enfant terrible del arte contemporáneo español. Considerado uno de los artistas más prolíficos en la actualidad, sus obras han generado controversia, incluso con procesos judiciales. El ejemplo más claro fue su obra Amén o la pederastia, donde con 242 hostias consagradas escribió esta palabra. Fueron varias las denuncias, que el juzgado archivó. Estos últimos cuatro días estuvo en el Encontro de Artistas Novos de la Cidade da Cultura para dar algunas claves a los creadores emergentes.

-¿Cuál es su principal consejo a los que ahora empiezan?

-Para empezar hay que ser consecuente con lo que es el arte contemporáneo: debe ser crítico, social y político. Estamos en un momento ya en que las grandes piezas a nivel académico no son importantes, sino que es importante algo que transforme. Entendiendo el arte como una herramienta transformadora, empoderadora y crítica. Yo soy poco amigo de las facultades de bellas artes y mucho más amigo de la filosofía, de la investigación, del trabajo social y de usar el arte como herramienta útil.

-¿Sin estos elementos usted no entiende la creación artística?

-No. Creo hoy en día tenemos muchos sitios de decoración y, si quieres hacer arte bonito, debes dedicarte a otra cosa. El arte debe tener una utilidad transformadora. Tampoco tiene que ser todo político, ni ser todo bombas, pero sí tiene que tener una parte transformadora.

-Dice que no tienen que ser todo «bombas», pero a lo largo de su trayectoria lleva varias.

-Si fuéramos cien artistas liándola todo el día, sería esto también un poco complicado. En mi caso personal sí que entiendo el arte desde una radicalidad consecuente. Así soy.

-Una de sus obras «bomba» fue «La pederastia». ¿Piensa en las consecuencias que van a tener?

-Creo que hay que tener unas líneas éticas pero, claro está, esas líneas éticas cada uno se las pauta. Pero luego el artista no tiene que ser responsable. Me refiero a que el artista tiene que tener una libertad de creación plena y total. Evidentemente, va a haber cosas que no le van a gustar a unos o a otros, pero para eso está el arte, para crear ese debate y para reventar. Y si yo hiciera piezas políticas y no hubiera una reacción, es que algo he hecho mal. Como hay una reacción, es que algo he hecho bien, es que las piezas funcionan, hay debate, manifestaciones... Pasan cosas alrededor de mis piezas, que son mucho mejores performers que yo.

 

-Pero fueron seis años de procesos judiciales, se fue a Lisboa...

-Informes dicen que España es el país con más artistas presos o condenados, con 15. Desde luego, la libertad de expresión plena en España no existe todavía. Como yo esa parte la introduzco en mis obras, que me persigan me viene bien. Eso sí, tengo que evidenciar con mis piezas que esto está pasando y que no es algo positivo que un artista sea perseguido por su creación. Sí que es verdad que como soy provocador y directo, si luego me quejara mucho de que me persiguen, no sería consecuente con mis actos. Yo provoco y el que provoca... [ríe] Tengo que ser consecuente y acepto dentro de mí crear esa parte.

-Entonces, en la sociedad de lo políticamente correcto, ¿se complica aún más la creación?

-Arte y políticamente correcto es un oxímoron. [Ríe] El arte debe ser políticamente incorrecto porque para eso está, para ser rupturista. Si quieres ser políticamente correcto no hagas arte; no tiene ningún sentido. Sí es cierto que hay artistas cómodos. Ya he dicho alguna vez que prefiero artistas en las cárceles que gente cómoda en su estudio.

-Ya avisa que su próxima pieza será controvertida.

-Quemo algo. Es un delito y va a tener consecuencias. Dentro del mundo del arte contemporáneo, muchos artistas han decidido hacer posicionamientos delictivos, después habrá que estudiar por qué es un delito. Es un delito contra algo, no contra nadie.

«Una de las formas de ser radical es contar mi historia»

Abel Azcona es hijo de una prostituta que lo abandonó tras nacer. Y, precisamente, su trayectoria vital es clave para entender su obra, con muchas piezas autobiográficas. Así, en su temática aparecen la prostitución, el abuso infantil, el maltrato...

-Sí, mi arte es biográfico. Tengo una parte de piezas más políticas y otra de piezas más biográficas. Sin la historia que tengo detrás, me parece que no haría ni arte. Me parece que con la historia que tengo, una de las formas de resistir y de ser radical es contar mi historia, contarla con todo lujo de detalles y utilizarla para cambiar cosas.

-¿Se pone algún límite al crear?

-Yo me hago daño en algunas piezas que realizo, pero lo que intento es no hacer daño a otras personas que participan. Hay artistas que usan cuerpos externos para denunciar y acaban haciéndoles daño, pero eso no está dentro de mi entender. Pero límites, ninguno.

-En «La pederastia» acudió a más de 240 misas y se afilió a 42 partidos políticos para otra, ¿cómo es el proceso de creativo?

-Soy artista procesual. El proceso es largo, hay piezas de siete u ocho años. E introduzco todo lo que sucede alrededor en el propio crear artístico. En La pederastia, la instalación era lo de menos, lo más importante es todo lo que pasó después.

 

-¿Por qué la «performance» como principal medio de expresión?

-Para mí, con un cuadro o una escultura es muy corto el recorrido, porque al final lo expones y no tiene nada más que eso. A mí la performance me da algo que es un largo recorrido; hay un aprendizaje, una crítica y otros aspectos que a mí como artista me interesan mucho más que el colgar una pieza en una pared. La performance es maravillosa. Una razón es porque es la única disciplina artística en la que los mayores exponentes son mujeres y los que no son mujeres son disidentes de algún tipo, eso le da una potencia increíble. Además, tiene esa parte antiacadémica y de los márgenes que a mí personalmente me interesa mucho, porque es de donde vengo.

 

 


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