«El amor en su lugar», el «show» debe continuar

Parece difícil encontrar una nueva óptica desde la cual entretejer un relato con el Holocausto de fondo, pues innumerables libros, películas, documentales… se han adentrado una y otra vez en el tema. Sin embargo, lo que esta tragedia de la historia moderna supuso es tan inabarcable que puede devenir en un pozo sin fondo de historias desgarradoras y de dramas humanos sin par, muchos todavía sin contar.

El cineasta de origen gallego Rodrigo Cortés demuestra que, efectivamente, esto es así, al tomar como base para su último filme una obra de teatro escrita por Jerzy Durandot, dramaturgo que vivió en el gueto de Varsovia, en cuyo Teatro Fémina se representó esta comedia musical durante cuatro semanas, justo antes de las deportaciones a campos de exterminio. Cortés toma, pues, este hecho y lo dota de más dimensiones, mostrándonos, por una parte, la obra representada, y por otra, a los artistas que la interpretan y sus tragedias personales.

El amor en su lugar es una historia narrada de modo intimista y emocional, con pegadizos pasajes musicales, que consigue mantener con creces el delicado equilibro entre la comedia (que se muestra en escena) y el drama (del gueto en el que se hallan atrapados). Una historia de personajes narrada en tiempo real, que transcurre casi toda ella en ese teatro (salvo el plano secuencia inicial de contextualización), con una puesta en escena dinámica y técnicamente impecable, dotada de un ritmo por veces frenético, unas estupendas interpretaciones y la creación de una atmósfera opresiva y claustrofóbica.

Cortés consigue con este melodrama volver al nivel de su película más famosa (Buried, 2010), firmando una más que notable incursión en la temática del Holocausto. Porque esta película va más allá de la plasmación de una historia de amor en el contexto de un hecho histórico aterrador, lo que en ella se nos transmite es una oda de amor al teatro, al oficio del actor y a las esperanzas que el teatro y los actores pueden otorgar en tiempos oscuros.

Es el arte como elemento terapéutico y como herramienta para la supervivencia, un vehículo que permite que las emociones florezcan en los lugares más sombríos. Y es, sobre todo, una —muy triste— celebración de la vida.

«LOVE GETS A ROOM»

España, 2021.

Director: Rodrigo Cortés.

Intérpretes: Clara Rugaard, Ferdia Walsh-Peelo, Magnus Krepper, Freya Parks, Jack Roth, Henry Goodman, Dalit Streett Tejeda, Anastasia Hille.

Drama.

103 minutos.