Rober Bodegas: «No pasa nada si eres un mediocre, así que adelante con eso y a disfrutar»
Cultura
Presentará «Esfínter» en Santiago y Vigo con los humoristas Javier Veiga y David Amor
22 Dec 2021. Actualizado a las 05:00 h.
El espectáculo se llama Esfínter y en él se reúnen los humoristas Rober Bodegas, Javier Veiga y David Amor para cerrar el año. Será en Santiago (día 28, auditorio Abanca, 21.00 horas) y Vigo (día 29, teatro Afundación, 21.00 horas). A Bodegas el título del espectáculo le parece «horroroso», pero lo asume: «Somos tres, dos estaban muy convencidos de que era un buen título y otro no tuvo una idea mejor», se ríe. «No va de nada escatológico, al menos por mi parte... Somos tres colegas y aprovechando que estaremos en Galicia nos juntamos para hacer los bolos de Navidad», añade.
—Viene de reírse de la mediocridad con su espectáculo «Fango». ¿Es la gama de grises un buen hábitat para el humor?
—Sí. Hago un canto a la mediocridad y con un fondo pesimista, pero al mismo tiempo con un mensaje positivo. No pasa nada si eres un mediocre, así que adelante con eso y a disfrutar. Y todo ello riéndonos de los intentos tristes o patéticos de querer algo especial. Es el espíritu de Pantomima Full: reírse de toda esa gente que quiere ser mejor de una manera muy pobre, cuando al final eres una persona más del montón. En algún momento lo tendrás que aceptar.
—¿El orgullo de ser mediocre?
—Tampoco es estar orgulloso, sino decir que no pasa nada. Está muy metido ese mensaje de que todos somos únicos y especiales. Al final creo que somos bastante parecidos. No pasa nada si no eres un influencer o el más popular. No se trata de presumir de hacer las cosas regular, sino simplemente aceptar que la mayoría no damos para más. No tenemos ganas de esforzarnos por algo que no llega. O que llega y no es para tanto como para merecer la pena todo ese esfuerzo.
—¿La Navidad es un buen tema para el humor?
—Hace cuatro años me encargaron un especial de Navidad en Comedy Central. Se llamaba Rompe la Navidad y me quedé contento con el resultado. Pero se hacen muchos chistes y la Navidad realmente son dos o tres días: la Nochebuena, la Nochevieja, la cena de empresa y poco más. Pero sí, hay gente que, por ejemplo, tiene como plan de vida que le toque la lotería. Es una estrategia un poco mala. Deberías tener un plan B, porque lo más seguro es que no te toque.
—Se reúnen tres gallegos con proyección nacional. ¿Existe un humor gallego identificable?
—Donde más está presente es en el carácter de la gente, cualquiera de fuera lo puede apreciar. La retranca y la ironía de aquí es única. Hay cosas que son muy de nuestro carácter, como el pesimismo o el reírse de la muerte.
—¿Cómo hace un monologuista sin la referencia de la sonrisa del público tapada con mascarilla?
—Yo pensaba que iba a ser peor cuando abrieron las salas. Porque aunque sonríes con la boca es muy difícil que eso no repercuta en la mirada. Lo peor para mí en su día fue la distancia, cuando la gente tenía que guardar una butaca vacía de seguridad en todas las direcciones. Ahí veías que reírse tiene un punto de compartir. A dos metros de tu acompañante la risa es más tímida. Eso daba penita. Ver a una pareja separada y estirando la mano para tocarse.
—¿Ha bajado el ritmo Pantomima Full? Antes era semanal.
—Llevamos tres semanas sin vídeo. Primero fue el puente, luego porque pillé el covid y estuve dos semanas encerrado. Hubo que cancelar funciones y todo. Yo no es que fuera un paranoico con lo de contagiarme. La precaución en mi caso venía más por grabaciones, teatros... Vamos, que liabas una un poco gorda si caías. Asumía que te podías contagiar, pero no quería hacerlo por pecar de gañán. Ahora veo a todo el mundo contagiado y veo que no he sido el único tonto que se expuso de más.
—No ha hecho nunca un vídeo sobre esos gallegos que se van a Madrid y hablan como si uno viviera allí. ¿Cuándo?
—Sí, además es que somos muchos, nos juntamos y hacemos piña. Yo conozco en Madrid a muchos más gallegos que cántabros. Supongo que la cabra tira para el monte. O será el licor café... Somos una buena plaga aquí y, sí, vas con un colega de A Coruña y dices que estuviste en el Picnic o que fuiste por la Corredera Alta de San Pablo. Y no especificas, porque se supone que eso se tiene que saber. Es el madrileñocentrismo.
—Y dicho con acento de Madrid adquiere un punto cómico.
—Vivimos en un limbo. Yo he perdido algo de acento, porque llevo media vida viviendo aquí, pero en verano voy con mis colegas de aquí y coinciden con los de Carballo. Los de A Coruña me acusan de tener acento madrileños y los de Madrid de tener acento gallego. Me he quedado en una medianía.