Sánchez Dragó, un heterodoxo que aproximó la tradición española al orientalismo
Cultura
El escritor y periodista fallece a los 86 años a causa de un infarto
10 Apr 2023. Actualizado a las 20:46 h.
En el 2005, Fernando Sánchez Dragó sufrió una grave obstrucción arterial que casi le cuesta la vida y se saldó con tres baipás. Este lunes le volvió a fallar el corazón y un infarto fulminante le causó la muerte por la mañana, poco después de escribir el que sería su última contribución a Twitter: «El gato Nano me da los buenos días. Él sabe que en la cabeza está el secreto de casi todo». El escritor sentía una afinidad especial por los felinos: en alerta y en reposo al mismo tiempo, inmunes al sometimiento, los consideraba un modelo de inspiración vital. Un modelo de existencia para quien, a sus 86 años, se sentía joven, según sus criterios: «Mantenerse en permanente disponibilidad en la vida». Y eso incluía también sentir respeto, pero no miedo, por la muerte: «Los que le tienen miedo es porque no les han enseñado a morir».
Sánchez Dragó sufrió el infarto en su casa de Castilfrío de la Sierra, la localidad soriana con una treintena de habitantes censados. Fueron precisamente sus vecinos los primeros en asistirlo en su domicilio hasta la llegada de los servicios de emergencia. El alcalde, Joaquín Cobo, confirmó que el fallecimiento se produjo en torno a las diez de la mañana. Durante el fin de semana, el escritor recibió la visita del director del Centro de Estudios Antonio Machado, José Ángel González, y de Gonzalo Santonja, consejero de Cultura de la junta de Castilla y León. El pasado febrero, el Gobierno de la autonomía le había concedido uno de sus premios anuales, en la modalidad de letras, y el autor había aprovechado los días de descanso para repasar el discurso de la ceremonia de entrega.
La noticia del galardón, el pasado febrero, coincidió con los preparativos de la moción de censura presentada por Vox contra el Gobierno de Pedro Sánchez, y de la que Sánchez Dragó era impulsor. Una confluencia que originó polémica. «Llevo una semana con un estrés formidable», declaró entonces el escritor, para quien el conflicto, la contrariedad y la controversia fueron una constante de su vida y su carrera literaria. En su caso, además, biografía y libros se retroalimentaban mutuamente, ya que el trasvase de planteamientos entre su discurso público y la letra impresa fue constante.
Periodista a los cinco años
Fernando Sánchez Dragó nació en el barrio de Salamanca de Madrid en 1936, hijo de un periodista, Fernando Sánchez Monreal. A los cinco años, el niño ya escribía su propio periódico, de su puño y letra, que alquilaba a sus vecinos. La muerte del padre, asesinado en los inicios de la Guerra Civil, lo llevaría, años después, a escribir una novela, Muertes paralelas, en la que recrea el suceso.
En 1959 se licenció en la Complutense en Filología Románica y, posteriormente, se doctoraría con una tesis sobre Valle-Inclán, uno de sus referentes literarios junto a Quevedo. Su escritura se caracterizó, de hecho, por casar la línea más heterodoxa de la tradición española con influencias de otras literaturas y escuelas de pensamiento, de forma especial las de Oriente. Su toma de contacto, además de los libros, se dio con motivo de su exilio. Aunque siempre afirmó que no compartía su ideología, ingresó en el Partido Comunista para vehicular su lucha antifranquista. A raíz de las protestas universitarias de 1956 y 1963, huyó de una situación de arresto domiciliario y abandonó España, aunque regresaría en 1970. Durante este período viajó extensamente por África y Asia y fue en la India donde se convirtió —como él mismo decía— a una forma de espiritualidad que impregnaría sus libros. Una visión inmaterial que no era incompatible con la carnalidad: «El sexo y las drogas son dos formas de aprender a morir», declaró a La Voz en el 2002. El sexo no estuvo exento de polémica: en el 2010 publicó, con Albert Boadella, Dios los cría, donde afirmaba haber tenido relaciones con dos menores japonesas. Luego afirmó que se trataba de una «anécdota trivial literaturizada».
Esa heterodoxia la llevó al extremo con posiciones que, justificadas en un individualismo a ultranza, arremetían contra prácticamente todo: la religión organizada y el capitalismo, el feminismo y la corrección política, el multiculturalismo y el proyecto europeo, defendiendo abiertamente el Brexit.
Divulgador literario en televisión
Como figura pública que era, Sánchez Dragó fue un polemista incansable, pero también ejerció activamente el periodismo —escrito, radiofónico y, sobre todo, televisivo— y destacó por atención al mundo libresco, que trató de llevar a un público amplio sin por ello renunciar a criterios de calidad literaria.
Lo hizo poco después del fin de la dictadura, cuando entre 1979 y 1980 presentó en Televisión Española Encuentros con las letras, que, pese a la muerte de Franco, tuvo no pocos problemas con la censura oficial. Le siguieron Biblioteca Nacional, El mundo por montera y, de forma especial, Negro sobre blanco, que fue distinguido con el Premio Nacional de Fomento a la Lectura. Recientemente había vuelto al formato televisivo con Libros con uasabi, en el que colaboraba su hija, la también escritora Ayanta Barilli. Sin embargo, esta trayectoria no fue obstáculo para que en los últimos años participase en algunos programas de tertulia en los que el tono de la conversación se alejaba por completo de ese intercambio elevado de ideas que él mismo decía buscar.
Un libro inédito
Además del discurso que tenía previsto leer como aceptación del Premio de las Letras de Castilla y León, Sánchez Dragó deja otro libro inédito que entrará en la imprenta próximamente, según la editorial Almuzara. Se trata de una obra sobre tauromaquia, titulada Un paseo por el honor y la muerte, compuesta con semblanzas de nombres relevantes del toreo. También tenía previsto editar, con el mismo sello, una versión ampliada y revisada de su Historia mágica del Camino de Santiago.
«Gárgoris y Habidis», un recorrido por la España mágica y un ejercicio de estilo
En la extensa bibliografía de Sánchez Dragó —llegó a publicar unos cuarenta títulos— destacan los cuatro volúmenes de la obra unitaria Gárgoris y Habidis, aparecida en 1978 con el significativo subtítulo de Una historia mágica de España. El libro, que recibió el Premio Nacional de Ensayo, llevaba un prólogo de Torrente Ballester y se convirtió inmediatamente en un fenómeno popular.
En él plantea un recorrido por la historia de España desde lo mágico, lo heterodoxo y lo marginado. Así, en sus páginas conviven la alquimia con lo celta, la trashumancia y lo mítico. Galicia aporta no poco contenido: Prisciliano, el Camino de Santiago, Fisterra, la Santa Compaña o los lobishomes son temas abordados por Sánchez Dragó.
El libro mereció en 1979 una reseña en la sección que Carlos Casares mantenía en La Voz, A ledicia de ler. En ella destacaba no solo la presencia gallega en la obra, sino que destacaba lo cuidado de la lengua —Dragó siempre destacar por manejar con soltura tanto el registro popular como el erudito—, que convertía el libro en «un exercicio estilístico sen procedentes». Casares también aludía, en fecha tan temprana, a la imposibilidad de disociar los escritos de la personalidad del autor, que resumía de esta manera: «Apaixonado e reflexivo, independente, irrespetuoso, iconoclasta, cristiano, místico, visceral, lúcido, teimón, arbitrario, seguro, sarcástico, despectivo, intelixente e increíblemente culto».