La Voz de Galicia

Adiós a María Jiménez, mujer racial, que gritó «se acabó» cuando nadie hablaba de violencia de género

Cultura

Gracia Novás Redacción / La Voz (Cantante; Triana, Sevilla, 1950)
La cantante María Jiménez, retratada en 1979.

En 1978 levantó la voz contra el maltrato con un lema que hoy es «hashtag» al hilo del apoyo en las redes a la futbolista Jenni Hermoso

08 Sep 2023. Actualizado a las 05:15 h.

Nadie sabía lo que era la violencia de género en España, un Estado que ni siquiera amparaba la disolución, por sentencia, del matrimonio, de la convivencia conyugal. ¿Quién se acordaba de que las Cortes de la Segunda República elaboraran en 1932 la primera ley del divorcio? Es más, en 1978, el mismo año en que María Jiménez grabó y publicó el sencillo con la canción Se acabó que anunciaba el elepé del mismo título—, el país, el 26 de mayo, ¡despenalizaba el adulterio y el amancebamiento! Ay, decía aquel texto que advertía sobre tal delito: «Comete adulterio la mujer casada que yace con varón que no sea su marido»...

Jiménez apenas tenía 28 años pero sabía lo que era ser víctima de malos tratos en el ámbito doméstico. Y aún no había conocido a Pepe Sancho. Fue ese mismo año, también, cuando cruzaron sus vidas en un restaurante madrileño: ella ya era una cantante muy popular y a él le sonreía el éxito con su papel como el Estudiante en la serie televisiva Curro Jiménez.

Joven arrolladora, ya entonces supo levantar la voz —con Enrique Melchor y Paco Cepero a las guitarras y Carmen Pantoja, Enrique Pantoja y Pepín Cabrales a las palmas— y rebelarse contra el agresor, aunque fuera de un modo desenfadado. «Solo sé que no te quiero, mi amor se fue con los años / Se acabó / Porque yo me lo propuse y sufrí / Como nadie había sufrido y mi piel / Se quedó vacía y sola / Desahuciada en el olvido y después / De luchar contra la muerte, empecé / A recuperarme un poco y olvidé / Todo lo que te quería y ahora ya / Y ahora ya, mi mundo es otro».

En la cara B del sencillo se reafirmaba tajante con Lo siento en que no había vuelta atrás: «Qué palabra tan simple / Qué decepción tan grande / Qué poco e' cuanto dice / Y cuánto daño hace / Lo siento / Cuando un amor fracasado / Se va muriendo en el tiempo / Se va volviendo pasado / Y solo te dicen: ‘lo siento'».

Fue una mujer flamenca, racial, volcánica, que habló con una franqueza que a algunos escandalizaba —son famosos sus «eso me lo paso yo por el coño»—, y que hoy otros muchos definirían como empoderada. Y es que, antes de que el feminismo diese el gran salto del MeToo, ella negó aquello de lo pasional que calificaba —y justificaba, ah, los celos— buena parte de la violencia en el seno doméstico. Es así como hoy su se acabó se ha convertido en un hashtag en las redes sociales contra la agresión a la futbolista Jenni Hermoso por parte de Luis Rubiales. Una llamada a las víctimas a levantarse que se quedará, y al tiempo un himno musical contra el machismo recalcitrante.

Y mantuvo ese tenso combate. No cejó. En el 2002 publicaba su libro de memorias Calla, canalla, en que ajustó cuentas sin ambages con las humillaciones e infidelidades de su marido Pepe Sancho.

La artista sevillana falleció este jueves a los 73 años, según informó su hijo Alejandro Sancho. «Con profunda tristeza y dolor en nuestros corazones, despedimos a María Jiménez, mujer amada y respetada por su compromiso inquebrantable con su familia, amigos y admiradores. Un espíritu indomable, una personalidad arrolladora, una mujer fuerte y valiente que luchó contra todas las adversidades más allá de lo imaginable», ensalzó.

Y es que María Jiménez (Triana, Sevilla, 1950) fue una superviviente nata. No solo fue víctima de la violencia machista durante mucho tiempo. También tuvo que enfrentarse a otros duros reveses como la pérdida de su hija Rocío —a la que su padre no quiso reconocer y que tuvo que criar como madre soltera— cuando solo contaba 16 años en un accidente de tráfico. Aquello la dejó rota y en un estado de locura que se prolongó —aseguraba— durante siete años. El dolor atroz la volvió a unir a Sancho —que había adoptado a la niña desde el principio—, aunque la relación se torcería de nuevo.

Siendo una adolescente dejó su trabajo como limpiadora para comenzar a bailar en los tablaos de Sevilla, y de ahí hasta convertirse en una de las artistas más auténticas y revolucionarias del entonces pacato panorama nacional. Su féretro dará un paseo póstumo en coche de caballos por su barrio, un detalle con el que su familia cumplirá uno de los últimos deseos de la artista. Así lo explicó el Ayuntamiento de Sevilla, que acondicionó el salón Apeadero para instalar la capilla ardiente. «Que todo el mundo levante su copa esta noche, brinden por ella y escuchen su música, es lo que yo voy a hacer», exhortó Alejandro, digno hijo de su madre, antes de acceder a la estancia.

Un renacer de la mano de La Cabra Mecánica y Sabina

Con casi cincuenta años de carrera musical y 18 álbumes —además de actuar en películas y series de televisión—, María Jiménez experimentó un renacer asombroso que la colocó de nuevo en la modernidad y la cresta de la ola. Fue ya en el siglo XXI, con un golpe de mano que la alejó de esa imagen un tanto asociada a la escena folclórica. En el 2001 colaboró en la canción La lista de la compra con el grupo La Cabra Mecánica, con la que consiguió llegar a lo más alto de la lista de los 40 principales. Solo un año después, en el 2002, publicó el disco Donde más duele (Canta por Sabina), en que versionó las canciones de Joaquín Sabina y les confería una fuerza torrencial, un nervio nunca vistos en el cantautor de Úbeda. Las nuevas generaciones la redescubrieron en un fenómeno similar al que protagonizaron, por otros caminos, Chavela Vargas y Raphael. Finalmente, en el 2020 apareció el último trabajo de María Jiménez, La vida a mi manera, que recoge doce canciones y colaboraciones con artistas como Pitingo, Miguel Póveda y Raimundo Amador y que suponía como un refrendo de ese reconocimiento de su gran talento por las nuevas generaciones de artistas.


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