«Tres enigmas para la Organización», Eduardo Mendoza entre Mortadelo y Agatha Christie
Cultura
El escritor barcelonés presenta nueva obra, «una farsa, una parodia», pese a anunciar el año pasado su retirada de la literatura. La novela llega este jueves a las librerías
25 Jan 2024. Actualizado a las 00:30 h.
El escritor barcelonés Eduardo Mendoza vuelve a las librerías —tras anunciar el pasado año su retirada— con Tres enigmas para la Organización (Seix Barral), una novela negra paródica coral que navega, según admite, entre Mortadelo y Filemón y clásicos como Agatha Christie. En la presentación, Mendoza se confesó un lector casi compulsivo de novela de misterio y espectador de series policíacas: «Siempre tengo en la mesilla de noche una novela negra». Aunque inicialmente no había caído en la cuenta, «las similitudes de los personajes con Mortadelo y Filemón están presentes, como gran admirador de Francisco Ibáñez», y añade: «Los dos hemos bebido en las mismas fuentes, los personajes de los cómics que nos gustaban tanto, los de Bruguera, el loco Carioco, la familia Cebolleta, de donde salieron no solo Mortadelo, sino también Rompetechos, el Botones Sacarino y mis personajes».
Por la estructura narrativa, con una trama que va avanzando y culmina con todos los personajes reunidos, la novela transpira Christie, que un Mendoza escolar leía con fruición cada vez que caía enfermo y se quedaba en casa. Ese bagaje y la educación sentimental, señala, están metidos en su cabeza, y asoman cuando escribe.
La novela gira en torno a los miembros de una organización gubernamental secreta creada durante el franquismo que deben investigar en la Barcelona del 2022 tres casos aparentemente no relacionados: la aparición de un muerto en un hotel de las Ramblas, la desaparición de un millonario británico en su yate, y las singulares finanzas de Conservas Fernández. «Quería que los personajes fueran un poco individualizados, arquetípicos en sus vidas privadas, como una señora que cuida a su madre enferma, otro que cuida al hijo porque está divorciado u otro al que la cabeza no le funciona bien».
Asegura Mendoza que el hecho de haber anunciado su retirada tras su última novela le concedió mucha libertad: «Pensé que lo que escribiera después sería como esos cantantes que se retiran, pero hacen giras de verano con toda la libertad, sin miedo a tener un gallo en directo». Eso mismo le pasó, reconoce, cuando escribió El misterio de la cripta embrujada, que hizo para quitarse de la cabeza una novela que le daba «mucho trabajo, La ciudad de los prodigios», y entonces decidió «escribir una tontería».
En el texto, Mendoza desliza con su habitual ironía pinceladas críticas hacia la sociedad actual, ya sea el procés, la invasión turística, la permisividad de la prostitución o la idiotización a la que lleva la adicción al móvil.
Revela que su intención no era retratar la Barcelona actual, pero «en la foto sale el retratado y lo que pasa detrás, y es normal que se hable de la masificación de turistas, porque la gente se topa con esas cosas en la calle». Con tanta despreocupación afrontó la tarea que, dice, «la novela no tiene nada que ver con la realidad, no tiene ni contenido ni tema, es una novela autocontenida». Su propósito es invitar al lector a «entrar en el juego y lo que pasa dentro de la novela, para que la lea de manera lúdica, como si jugara al Monopoly, en que compras calles, te haces rico y, cuando acaba, vuelves a ser el mismo pobre de siempre». El resultado es «una farsa, una parodia», pero no quería que se pensara que es «una imitación de novelas de investigación en clave de farsa, porque es, ante todo, una novela de humor».
Sobre la cocina de este nuevo relato apuntó: «Es verdad que había decidido no escribir más novelas, porque pensé que ya había terminado el ciclo narrativo, pero luego pensé que era una pena no seguir haciendo lo que me gusta, y empecé a escribir una novela de cualquier manera, siguiendo el modelo de las series de televisión y las novelas policíacas modernas». A su juicio, estas ficciones han cambiado de esquema: «Antes había un detective, y ahora es un grupo, sea una comisaría o una agencia paralela creada por la CIA, y opté por hacer esto, pero estas series y novelas se toman demasiado en serio, y quise hacer una tontería de estas, pero sin disimular». Sobre el futuro, Mendoza se muestra evasivo y prudente: «No sé lo que pasará dentro de un año, no tengo ahora una idea». Lo que sí es seguro es que «preferiría que esta novela no continuara, por miedo a la repetición», arguye.