George R. R. Martin desvela por qué le cuesta acabar las novelas de «Juego de Tronos»: «Si pudiera cambiar un único detalle...»

Hace ya 13 años desde que salió el último libro de la saga Canción de Hielo y Fuego, en la que se basa la ficción televisiva más popular de los últimos años, Juego de Tronos. Desde Danza de dragones, que salió a la luz en el 2011, George R. R. Martin ha tenido a los fans de la compleja epopeya huérfanos de la continuación de la historia. Años y años esperando por su continuación, un Vientos de invierno que parece que nunca va a llegar.

El autor, de 75 años, ha confesado qué es lo que lo bloquea en su proceso creativo: un «pequeño detalle» que, si pudiera cambiar, ya habría conseguido terminar los libros que le quedan. Y ese minúsculo aspecto parece tener que ver con algo que ya había comentado en alguna convención: «Maté accidentalmente a un personaje que es clave para el final», lamentaba el escritor estadounidense.

Martin se arrepiente de la decisión que tomó en su momento, y envidia al escritor Gene Wolfe, amigo suyo, y que pudo escribir todos los libros de su saga El libro del sol nuevo antes de publicarlos. «Tenía planteada una trilogía y acabaron siendo cuatro, y para cuando los terminó, fue capaz de ver cosas en el primer libro que ya no encajaban, que la obra se había desviado, había cambiado», explica.

Si él mismo hubiera podido hacer eso, confiesa el autor de Juego de Tronos, habría podido volver atrás y corregir cosas que, de cara al gran final, ya no tienen sentido. «Si pudiera cambiar una única cosa, ya habría terminado los libros que me quedan», expresó durante un reciente evento en la Oxford Writer's House, provocando los aplausos y las risas de los asistentes.

Lo que nunca ha confirmado George R. R. Martin es quién es el fallecido prematuro que no le deja avanzar en su complicada historia política de Poniente. Descartado en principio Ned Stark, cuyo fallecimiento es en realidad el motor primordial de toda la historia, algunos apuntan a Catelyn Stark, a Balon Greyjoy, a Renly Baratheon, al maestre Pycelle o a Quentyn Martell. Pero la lista de decesos es, ciertamente, larga, lo que hace prácticamente imposible llegar a una conclusión. Quizás en algún momento, cuando el escritor consiga acabar su macrosaga, nos contará cuál fue el cadáver que le trajo por la calle de la amargura.