Dolores Redondo regresa al Baztán con «Las que no duermen. Nash», una historia de brujería
Cultura
Su nuevo libro está basado en el caso de Josefa Sagardía Goñi, una mujer que desapareció en agosto de 1936 junto a sus seis hijos y embarazada del séptimo
13 Nov 2024. Actualizado a las 10:12 h.
Once años después de poner por primera vez en el mapa literario el valle del Baztán, Dolores Redondo regresa al escenario del éxito con Las que no duermen. Nash, una novela de misterio que rastrea las huellas de la brujería en la zona y casos reales de la crónica negra española reciente.
La autora donostiarra, que ha vendido más de cinco millones y medio de novelas y cuya trilogía del Baztán ha sido adaptada el cine y traducida a 39 idiomas, expande su universo literario y profundiza en lo que ella misma denomina mystic noir, que considera un género propio sostenido en la mitología y las leyendas de la región.
Su mística tiene una base real, una religión previa al cristianismo de la que quedan referencias en nombres de lugares como «Camino del infierno, Fuente de las Lamias, Pozo de la loca o un montón de sorginkobas -cuevas de bruja-».
En un encuentro con un grupo de periodistas, Redondo (San Sebastián, 1969) ha asegurado que no se ve siempre haciendo esto, «mi amor no es la novela negra, es la literatura», dijo. Pero, de momento, tiene cuerda para rato, Las que no duermen. Nash es la segunda entrega de un cuarteto, Los valles tranquilos, que arrancó con Esperando al diluvio (2022), una historia sobre un asesino en serie que transcurría entre Glasgow y Bilbao.
Memoria histórica y abusos
Su nueva novela no narra un crimen real, pero se inspira en varios, principalmente el caso de Josefa Sagardía Goñi, una mujer que desapareció en agosto de 1936 junto a sus seis hijos y embarazada del séptimo y cuyos restos fueron hallados en la sima de Legarrea, en Gaztelu (Navarra) en 2016.
El caso, narrado en su literalidad por José Mari Esparza en el libro La sima, siempre estuvo rodeado de misterio, porque no encajaba con los habituales ajustes de cuentas del principio de la guerra en un pueblo donde todos eran del mismo bando.
Redondo lo relaciona con las historias de brujería que, desde la Antigüedad, han rodeado ese enclave. «Probablemente, estemos ante la última ejecución por brujería en España», sugiere. «Se sostenía que ella practicaba la antigua religión, que no iba a misa, que era bellísima a pesar de que iba por el séptimo hijo y que hacía sus pócimas».
Sororidad, matriarcado y mujeres rebeldes
La principal novedad de esta entrega es un nuevo personaje femenino, una psicóloga forense llamada Nash -por las siglas del código forense sobre las causas de la muerte: natural, accidental, suicidio u homicidio- que le permite a Redondo abordar la investigación desde un punto de vista diferente.
También aparece Amaia Salazar, la policía foral protagonista de la trilogía del Baztán y las mujeres Mitxelena, una madre y dos hijas al frente de una funeraria, las principales aliadas de Nash, que le sirven para hablar de sororidad y rendir homenaje a las mujeres «irreverentes» e «inquietas».
«Siempre intento describir esa sociedad matriarcal en la que yo nací y me crié y que me gusta mucho», afirma. Aunque admite que tiene aspectos negativos como el «ttuku-ttuku» (chismorreos), la otra cara de la moneda es que en esas sociedades «el maltrato dentro del ámbito familiar hacia la mujer es menor, porque es imposible que suceda sin que otras mujeres se den cuenta».
La Redondo, un personaje más
Elizondo es un pueblo del norte de Navarra de poco más de 3.000 habitantes, atravesado por el río Baztán y lleno de casas señoriales con escudos heráldicos, pero desde hace unos años se ha convertido en nueva meca del turismo literario.
Redondo, que escribió aquí el libro y visita a menudo el pueblo, no se ha acostumbrado del todo a ver pasar a la gente por sus escenarios en visitas guiadas. «A veces voy a comprar el pan, paso por al lado y les veo en el puente haciéndose fotos, les oigo hablar y es como si hablaran de otra persona, del concepto que ellos tienen de La Redondo».
Esa extrañeza ante sí misma está reflejada en la novela donde La Redondo aparece como un personaje al que mencionan las mujeres del pueblo en una conversación.
«A ver, es maja pero también es rara ¿no?, mirad las cosas que escribe», dice una mujer. Otra menciona una entrevista en la que La Redondo asegura que a ella el crimen le «compensa» porque escribir sobre ello le sirve para «cribar realidades insoportables».