Flavia Castro, cineasta: «La memoria es un tema que atraviesa todo lo que hago»
Cultura
La directora brasileña es una de las homenajeadas en el festival Cineuropa
21 Nov 2024. Actualizado a las 08:57 h.
Flavia Castro nació en 1965 en Porto Alegre, Brasil. Con solo cinco años, en 1970, ya tuvo que exiliarse. Su padre, Celso Castro, y su madre, Sandra Macedo, militaban en el Partido Operário Comunista en un país que acababa de sufrir un golpe de estado y estaba iniciando una dictadura que se extendería durante más de dos décadas. Flavia creció en lo que ella misma denomina una «infancia militante», marcada por el misterioso fallecimiento de su padre en 1984, que fue encontrado muerto en el apartamento de un exconsul de Paraguay ligado a oficiales nazis.
Este fue el detonante de su debut como directora. Diário de uma busca (2010) es un documental en el que la cineasta narra sus recuerdos en primera persona, apoyada por testimonios de su familia y de otras personas que conocieron a su padre. «Empecé a querer dirigir para hacer específicamente esta película», cuenta sobre una historia que, más que sobre la muerte de su padre, habla de su trayectoria.
Aunque esta es su historia personal, es también «una historia de un continente. Una historia colectiva de un tiempo histórico», dice en referencia a la Latinoamérica de la década de los 70. Su filmografía está marcada por la memoria. «Es un tema que atraviesa todo lo que hago», admite. Este miércoles, Castro recibió un premio en homenaje a su trayectoria en el festival Cineuropa que se celebra en Santiago de Compostela y que proyectó su documental.
En el 2018 estrenó Deslembro, su segundo largometraje, que en forma de ficción narra la historia de una adolescente que en 1979 regresa a Brasil desde París tras la amnistía, al tiempo que tiene que afrontar la desaparición de su padre. Esta historia tiene paralelismos con las de la propia directora que explica que, si bien esta no es exactamente una continuación de su debut, sí nace de él y «es otra manera de mirar esta historia, que no es la de los adultos, sino la de los chicos».
Aunque Castro vuelve en sus películas habitualmente al pasado de Brasil, estas dialogan directamente con la actualidad.
«En Brasil se hizo poco trabajo de memoria en relación con la dictadura. No hubo condenas para los agentes de Estado que cometieron crímenes contra la humanidad, como sí se hizo en Argentina. Ahora lo que se ve es que acabamos de salir de un intento de golpe, o más bien un golpe, que hubo contra Dilma (Rousseff) y otro en el 2022 con la tentativa de matar a Lula (da Silva). Para mí todo esto tiene que ver con el poco trabajo de memoria que se hizo en Brasil en los últimos 30 años», reflexiona. Por eso, sus películas son «una reacción directa a esa extrema derecha, que está muy presente en Brasil y en otros lugares del mundo».
Referentes y nuevos trabajos
A sus dos filmes ya estrenados se sumarán proximamente otros dos. As vitrines se estrenará en festivales previsiblemente a principios del 2025 y retoma recuerdos de su infancia en la embajada de Argentina en Chile. «Es una película muy latinoamericana», dice, debido a un elenco con actores de distintos lugares que interpretan a muchos latinoamericanos que se refugiaron en las embajadas. De aquellos años recuerda que fue una experiencia «increíble. Tiene su lado difícil, por las circunstancias que había, pero también fue mágico. Eramos muchos niños sin ir a la escuela, en un jardín gigante».
Con este título cierra en cierto sentido una trilogía con la que ha viajado a su memoria y a aquellos años en los que escribía textos para decidir en qué partido militaría y en los que su madre le contaba cuentos sobre la revolución antes de dormir.
Proximamente también estrenará Cyclone, en la que la protagonista es una mujer de los años 20 de São Paulo que viaja a París para escribir obras de teatro y que, por ser mujer y ser de clase obrera, deberá hacer frente a múltiples obstáculos que se interponen en su carrera. «Está basada en hechos reales y, aunque tiene lugar en los años 20, creo que tiene mucho que ver con el presente de las mujeres», añade.
En As vitrines, la protagonista se llama Ana, a modo de homenaje a Carlos Saura y su Cría cuervos..., que también le sirvió como referencia en cuanto a la atmósfera. Y, como su Ana, la de Castro también viste un jersey de color rojo.
En ficción uno de sus referentes es el director estadounidense John Cassavetes, de quien asegura que tiene una trayectoria «muy coherente y muy particular e inspiradora en una carrera muy larga y siempre en relación a su tiempo». En documental, los títulos de David Perlov le sirvieron de inspiración, especialmente su Diary 1973-1983.
Pero cuando filmó Diário de uma busca, el primer nombre que le vino a la cabeza fue Sophie Calle, una artista conceptual francesa que dirigió No sex last night. «No sabe filmar, no sabe usar la cámara, y eso es genial. Cuando vi esa película pensé: "Bueno, si ella lo hace así, yo también puedo contar una historia". Había una libertad tan grande en su manera de llegar a sus temas que fue muy inspirador para mí», recuerda.
En Cineuropa, además de directora homenajeada, algo de lo que se siente sorprendida y feliz, asume el rol de miembro del jurado. Aunque no desvela qué le están pareciendo los títulos del festival, sí reconoce que son «un reflejo muy fuerte de ese tiempo, de nuestro tiempo. Cineuropa es un festival muy especial porque tiene una variedad muy grande, pero al mismo tiempo hay un pensamiento de cómo juntar todas esas películas. Hay algo que las une y eso es muy bonito. Y muy difícil de hacer».