El Breo pierde el tren de la Copa
Deportes
Los celestes encadenan su segunda derrota consecutiva ante el Casademont Girona por la falta de mentalidad durante los tres primeros cuartos
27 Dec 2002. Actualizado a las 06:00 h.
Las Navidades han traído malas noticias para el Breogán, que se metió en la primera quincena de este mes con la sonrisa de un niño cuando intuye que Papá Noel se ha colado por la chimenea para traerle juguetes. Sus partidos ante el Caprabo y Fuenlabrada auguraban unas fiestas con champán. Pero no. El Leche Río se lo creyó antes de tiempo y un combativo Manresa lo destronó. Lo de ayer en Girona fue dramático. El equipo, quizá aún bajo las secuelas de tantos días de ajetreo y el desplazamiento desmembrado, dio pena durante la primera parte. Los chicos de Casadevall cometieron el pecado que ya les llevó al infierno de la derrota otras tardes. Al margen de su escasa mentalización para esforzarse atrás ante un bloque muy presionado por culpa de las cuatro derrotas consecutivas que acumulaba, al grupo celeste se le nublaron las ideas por no estar fino adelante. El descontrol fue absoluto en los primeros cuartos. Rodríguez no acertó con el timón y el equilibrio del equipo no se veía por ninguna parte. Sin apenas esfuerzo, los catalanes se fueron hasta la veintena en ataque. El panorama era sombrío en el segundo acto. Los visitantes rehuían la canasta y no digamos nada de sus obligaciones en el aro propio. El cuadro gerundense se encontró con el tesoro que más le deslumbra: si no le anotas, corre la pista -Vallmajó se merendó a todos sus pares- y aunque su referencia ofensiva (Mrsic) estuvo fuera de onda, los exteriores, encabezados por Ellis, estuvieron tan correctos como Phillip y Struelens. Casadevall intentó arreglar el desperfecto en la segunda mitad pidiendo lo básico: mover el balón con algo de coherencia. Pero el ataque era penoso: los dos primeros puntos llegaron en el minuto seis. Por lo menos, una zona imposibilitó el paseo glorioso de los catalanes. Lo del final es para escribir un libro. El Leche Río se olvidó de la resaca navideña y amagó esforzarse. Resultado: se colocó a siete puntos a falta de tres minutos. Los locales se acogotaron, pero esta época de turrón también lo es de justicia deportiva.