La Voz de Galicia

Adiós al hombre que dopó a Johnson

Deportes

X.R.C. REDACCIÓN/LA VOZ.

Charlie Francis, el técnico que provocó el positivo del canadiense en Seúl y que entrenó con trampas a Montgomery y Marion Jones, murió víctima de un cáncer

14 May 2010. Actualizado a las 03:31 h.

El atletismo se queda sin su particular Adán. Charlei Francis fue el técnico que animó a Ben Johnson a morder la manzana podrida del dopaje. El canadiense, fallecido en el día de ayer víctima de un cáncer, fue el primer inductor -descubierto- de las sustancias prohibidas en el atletismo, especialmente en la velocidad pura. Francis hizo campeón a Johnson de la carrera más grande y más sucia de todos los tiempos (la de los Juegos Olímpicos de Seúl 1988), con récord mundial incluido (9.79), pero también provocó el primer gran positivo de la historia que entregó días después el oro de los 100 metros a Carl Lewis y que obligó a Ben a abandonar Seúl rodeado de 20 guardaespaldas y por la puerta de atrás.

Fue su primera víctima, pero después cayeron también Tim Montgomery (plusmarquista mundial del hectómetro con 9.78 segundos haciendo trampas en el 2002) y Marion Jones, reina de América en su día -había conseguido cinco metales en Sídney, de las que fue desposeída hace poco- y aprendiz de baloncestista profesional en la actualidad. Sus hechos le valieron la inhabilitación de por vida por parte de la federación canadiense. A cambio, escribió un libro desvelando parte de su catálogo delictivo .

Un esteroide anabolizante denominado estanozolol -hormona sintética fabricada en Estados Unidos- fue el primer invento de Charlei Francis para hacer volar a Ben, a quien había entrenado desde los 15 años. Fue la sustancia que encontró el análisis A del Comité Olímpico Internacional en la orina del entonces campeón olímpico. En un auténtico órdago, Francis se presentó al frente de la delegación canadiense para la prueba B. Proclamando una inocencia imposible. Un año después el técnico canadiense admitía que había suministrado un esteroide al destronado campeón mundial, e incluso desveló en compañía del doctor Mario Astaphan cómo diseñó un programa de dopaje para llevar a Ben Johnson a lo más alto del atletismo con un oro olímpico y un récord mundial. Ambos, ya por entonces, de pacotilla.

Aquel positivo, el primero de gran calado detectado en la historia hizo tambalear los cimientos del atletismo e incluso provocó la constitución de una comisión investigadora, pero semejante eco no arredró a Charlie Francis, que en los albores del presente milenio se llevó por delante a Tim Montgomery y Marion Jones, dos de las grandes instituciones del atletismo universal después de volar, literalmente, en los Juegos de Sídney.

Montgomery cayó tres años después tras el Mundial de París y con Charlie Francis como entrenador desde el 2003. Dio positivo por epo y en su confesión tiempo después admitió que en el frigorífico de su casa compartían espacio las verduras, las jeringuillas y las sustancias prohibidas.

Y como el frigorífico de Tim era el mismo que el de Marion Jones, la reina de América comenzó a estar bajo sospecha. Tanto, que la IAAF la obligó a romper con Francis para dejarle hacer caja en las reuniones internacionales. Lo hizo a regañadientes, contando al mundo que en pocos meses había avanzado más que nunca de la mano del gurú canadiense. Poco después, tuvo que confesar que la epo y las sustancias sintéticas habían entrado en su vida. En ambos casos, el suministrador era su entrenador.

Porque quizá Charlie Francis fue un frustrado velocista como atleta y quiso buscar la gloria de la recta a través de sus deportistas de su club -el Mazda Track Club de Toronto-. Había sido tres veces campeón de Canadá en 100 metros e incluso llegó hasta la segunda ronda en los Juegos Olímpicos de Múnich. Su mejor marca acreditada habían sido los 10.01 en los Juegos Panamericanos de 1971. Después se convirtió en el entrenador de referencia del mundo de la velocidad, más tarde fue repudiado y suspendido a perpetuidad y ayer un cáncer con el que había convivido desde el año 2005 se lo llevó a los 61 años. Pasará a la historia. Pero a su lado oscuro.


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