Alemania-Ghana: La incompatibilidad de los Boateng
Deportes
El escándaloso Kevin-Prince y el tranquilo Jérome vuelven a medirse en un Mundial. Sigue aquí el minuto a minuto del Alemania-Ghana
21 Jun 2014. Actualizado a las 23:35 h.
Ni por lo más remoto podía pensar Prince Boateng, un modesto futbolista ghanés que emigró a Alemania en 1981 para ganarse la vida en el desconocido Reinickendorfer, que su contribución a la historia de este deporte sería tan decisiva. No porque él lograra destacar precisamente cuando la apertura interracial del deporte germano apenas daba síntomas de vida, sino porque iba a ser padre de dos hijos que con el tiempo darían fama a su apellido
Con su primera esposa, Christina, tuvo a Kevin-Prince, en 1987. Separado apenas un mes después del nacimiento, se unió a Nina, quien poco después le dio a Jérome. Los hermanastros se criaron en lugares opuestos. Kevin en Weddding, donde según sus propias palabras «te haces traficante de drogas o futbolista», y Jérome en Berlín-Wilmersdorf, donde se respira cierto aire aristocrático. Kevin era inquieto y locuaz. Le conocían con varios apodos como «El chico del gueto», «King Boat» o «The Bing Bang». En cambio, Jérome era tímido y tranquilo.
Llevaban el fútbol en la sangre y los dos chicos recalaron en el Hertha de Berlín. Kevin como centrocampista y Jérome de lateral mostraron buenas condiciones y fueron convocados para la selección juvenil de Alemania. Sus comportamientos comenzaron a distanciarlos. Kevin fue expulsado de la sub-21 por varios actos de indisciplina. La gota que colmó el vaso fue su enésimo retraso tras una larga noche de borrachera en Francia. Aprovechó su otra nacionalidad y el aval de la FIFA para alistarse a Ghana. Su técnica y los 13 tatuajes llamativos que penetraban en su piel le dieron inmensa popularidad en el país de papá. Juró no volver jamás a Alemania después de firmar por el Tottenham en 2007. Ese mismo año Jérome fichó por el Hamburgo, que celebró sus condiciones de jugador fuerte y voluntarioso. Jérome crecía en el campo a medida que ascendía la fama de pendenciero y hablador de Kevin.
La relación entre los hermanos, cordial, aunque no muy fluida, se rompió abruptamente el 15 de mayo de 2010. En la final por la Copa de Inglaterra, Kevin-Prince, entonces en el modesto Portsmouth, rompió los ligamentos del tobillo derecho a Michael Ballack, del Chelsea. Líder de Alemania y muy amigo de Jérome, Ballack se quedó sin el Mundial de Sudáfrica por esa brutal entrada. Como Jérome defendió al capitán de la Mannschaft, Kevin le ninguneó como hermano: «Cada uno tiene su familia.Yo, la mía, y él, la de él. No tenemos relación», reveló.
Jérome, que tenía en la cabeza sólo ganar el título con Alemania y seguir la línea de conducta marcada por Joachim Löw, recogió el guante. «Me parece perfecto lo que dice. Desde ahora, que haga su vida por su lado. Yo haré la mía», respondió. Ambos entraron en la historia de los Mundiales sin proponérselo.
Se midieron en los cuartos de final de Sudáfrica 2010. Era la primera vez que dos hermanos se enfrentaban cara a cara en un duelo de la gran cita universal. Ese 23 de junio, Alemania eliminó a Ghana (1-0) y Jérome lo celebró dejando el Soccer City de Johannesburgo de forma bastante moderada, sin saludar al vanidoso y orgulloso Kevin. El mayor de los hermanos encontraría pronto una gran oportunidad para explotar al fichar por el Milan. Pese a sus reiteradas lesiones, alzó el Scudettoen 2011. En la fiesta de celebración dejó boquiabiertos a los 80.000 tifosi rossoneri que abarrotaron San Siro. Cuajó una espléndida actuación imitando a Michael Jackson con la ropa adecuada y contorneando su cuerpo al ritmo de Billie Jean. «Era increíble la perfección de sus movimientos. No parecía que saliera de una lesión», se comentó. En el verano de 2013 incumplió su promesa y regresó a su país de origen para jugar en el Schalke, que le fichó por 12 millones de euros.
Jérome, que estaba en Inglaterra desde 2010, fue persuadido por el Bayern de Múnich y abandonó el Manchester City pese a disfrutar de cinco años de contrato. Y ahí sigue con Pep Guardiola. Ya se han medido en la Bundesliga sin dar mucho que hablar. Los días del hermano menor transcurrían sin ruido, bien lejos de los escándalos, en compañía de su novia, Sherin. Kevin, en cambio, era un filón de noticias extradeportivas. Tras cuatro años de matrimonio, dejó a su esposa, Jenny, con la que tiene un hijo, para embriagarse con los placeres que le ofreció Melissa Satta, una modelo italiana que suele ser portada en las revistas para hombres de toda Europa. «Las reiteradas lesiones musculares de Kevin son culpa mía. Es porque tenemos sexo hasta diez veces por semana», disparó en su día la joven.
Por el entorno, sus personalidades y las divisiones familiares y hasta nacionales que arrastran, Jérome y Kevin-Prince transitan vidas que no se cruzan. Sus diferencias al encarar la vida y el deporte los convierten en referentes de estilos diferentes. Son como el agua y el aceite. No mezclan.
Cautela paterna
La popularidad de los Boateng llevó a que la prensa quisiera conocer la opinión de su padre, que mostró cautela. «Yo estoy en Sudáfrica y mis hijos, en Europa. No puedo opinar», expresó lacónico don Prince.
Nina, la madre de Jérome, no quiere ni oír hablar de comparaciones: «Mi hijo nada tiene que ver con Kevin, que no admite la obediencia y tiene una boca demasiado grande para decir tonterías», espetó tiempo atrás.
Este sábado vuelven a cruzarse en un Mundial, ya que Alemania y Ghana se miden en Fortaleza, en el duelo de la segunda jornada del grupo G. Pueden coincidir incluso en la misma banda, ya que Jérome actúa de lateral derecho, aunque acabó tocado el choque frente a Portugal, y Kevin-Prince suele entrar como centrocampista por la izquierda. El interés está garantizado.