La Voz de Galicia

Chagoyen coge la estela de veteranos ilustres en el Obradoiro

Deportes

M. G. Reigosa SANTIAGO / LA VOZ
Moncho Fernández y Chagoyen, en febrero en Sar.

Tras Mike Higgins, Hopkins y Oriol, el pívot andaluz enarbolará la bandera de la experiencia en un equipo muy joven

18 Aug 2014. Actualizado a las 18:42 h.

Dice el refrán que más sabe el diablo por viejo que por diablo. Y lo cierto es que, desde que regresase a la élite por imperativo legal, el Obradoiro siempre ha tenido en su vestuario uno o más veteranos de guerra pero con un perfil sin aristas, nada diabólico: conocen el oficio, saben descifrar el baloncesto, disfrutan del deporte de la canasta, actúan cuando les toca y dentro del grupo tienen el predicamento que dan los galones y la experiencia. No se asustan entre el oleaje, ven venir los nubarrones y tiran de aplomo cuando la travesía se agita.

El año del estreno en la ACB fue Mike Higgins, el que más tiempo dedicaba al calentamiento los días de partido, jugase o no, el que pidió al Bulfoni que fuese a recoger un trofeo en pretemporada porque no sabía si iba a seguir en el club y no le parecía bien en esas circunstancias arrogarse la representatividad.

El curso del ascenso fueron varios los jugadores forjados en cientos de batallas de todo tipo y pelaje. Pero sobresalían tres: Ruffin, que se retiró al final de esa campaña; y Oriol y Hopkins, que repitieron al año siguiente. Y en el caso del pívot catalán, hasta hace tres meses.

No solo está lo que aportaron en la pista. También fuera, y en el día a día. El pegamento, que decían en Toronto de Garbajosa.

Ese hueco quedó vacío en el proyecto 14/15 hasta que llegó el último fichaje, el del pívot Chagoyen. Viene de hacer lo mismo en el Tenerife, donde estuvo las cinco últimas campañas. Puso el punto y final en el partido frente al Bilbao Basket, y faltando tres minutos, cuando se retiró al banquillo, se llevó la ovación en pleno de un pabellón puesto en pie. Ese curso sus números fueron discretos, pero el aplauso tenía otra profundidad: la del reconocimiento a una trayectoria y a la aportación que no recogen las estadísticas.

Esa contribución silenciosa se puede intuir en el diagnóstico que hacía en Sar, en su última visita con el equipo insular, inmerso en ese momento en una racha de cuatro derrotas después de un arranque espectacular: «En estos cuatro partidos hemos estado más blandos de lo normal. Nos vinimos un poco arriba, nos lo hemos creído y ahora hay que poner los pies en el suelo, bajar el culo y defender para empezar a sacar victorias otra vez».

Aquel día, antes del encuentro, mantuvo una cariñosa conversación con Moncho Fernández, con quien coincidió durante tres campañas en el Villa de los Barrios. Y ni uno ni otro podían pensar entonces que todavía tendrían una oportunidad de volver a trabajar juntos.

De hecho, al terminar la pasada Liga, el pívot solo tenía clara la idea de seguir en la brecha, pero no el destino. Y cuando se le presentó la oportunidad de Sar no dudó en jugarse esa carta.

De Chagoyen decía lo siguiente Moncho Fernández en una entrevista en La Voz de Galicia, al analizar una por una las nuevas incorporaciones: ««Va siempre a saco. Es de los que pone los valores del colectivo siempre por delante de lo individual. Polivalencia. Un faro para los nuevos». Son nueve nuevos en el equipo. Y a Chagoyen es al que mejor conoce, el único del grupo que pasa de los 30 años. Esa es la edad de Juanjo Triguero, por 29 de Corbacho y 28 de Pumprla. Todos los demás se quedan en 25 o por debajo de ese umbral.


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