Una biografía destapa las orgías y los abusos de drogas de Bjorn Borg
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«Su dependencia de la cocaína era monstruosa», asegura Loredana Bertè, exmujer del tenista
07 Dec 2015. Actualizado a las 20:11 h.
Bjorn Borg es considerado uno de los mejores tenistas de la historia, con 64 títulos (entre ellos once Grand Slam y dos Masters) en sólo nueve años de profesional. Su estilo, su juego y su personalidad le hicieron admirados por millones de personas en los 70 y 80, especialmente entre las mujeres. Cuando jugaba en Wimbledon, con sus raquetas de madera, los colegios de mujeres eran controlados para evitar que invadieran el Old England Tennis Club para ver a ese chico que aparecía en todas las revistas. Amasó dinero por publicidad y coleccionó esposas.
La segunda de ellas fue Loredana Bertè (1989-1993), una de las cantantes italianas más populares de esa época. Era provocadora y sensual, como su pop. Ahora, con 65 años, mucho botox y poca carrera musical por delante, repasa su vida en su autobiografía Traslocando, que va unida a un nuevo disco,en la que se detalla cómo su relación con el sueco está plagada de momentos relacionados con drogas, orgías, intentos de suicidio o armas, lo que le había convertido «en un peligro social». Bertè califica al sueco como «una marioneta con gafas de sol, una ruina» y le acusa de drogarse cuando competía al más alto nivel. como en la final de Wimbledon en el 1981.
«Su dependencia de la cocaína era monstruosa. Por culpa de la cocaína dejó ganar a McEnroe en la final de Wimbledon en el 1981, para vergüenza de su madre que ya había hecho espacio en su casa para la copa. Me pedía cinco millones de liras en contante y luego me informaban que se había metido una caja entera de Rohypnol, la droga de los violadores. No cambiaba, siempre era lo mismo. El mismo hombre que en el 89 intentó suicidarse y se salvó por una limpieza de estómago», algo que Borg siempre ha negado.
Bertè rememora que «al inicio de los años 90 (cuando por problemas económicos Borg intentó volver al tenis sin éxito), su obsesión por la cocaína se había vuelto irremediable. En Milán, Borg se bajaba en medio de la calle y le pedía droga a cualquiera que pasaba por allí. Se quería meter. No le importaba nada, ni la reputación ni las consecuencias. Un día, cuando estaba en condiciones precarias, para evitar un escándalo, lo llevé con unos amigos transexuales y les dije: 'Cuidádmelo por dos días. Pago todo yo, pero llevároslo de aquí'».
Su relación empezó a degenerar, más allá de tener una suegra «racista», hacia lugares muy peligrosos. «Hacíamos juegos extraños. Desafíos locos. Una vez me metió una pistola en la boca para jugar a la ruleta rusa. En el 91, para ver que yo también era capaz de tirar la casa por la ventana, me metí cien barbitúricos. Para intentar encontrar pasión erótica, me decía que deberíamos probar a tener sexo con otra persona. Quería hacer una orgía y a mí, sólo de pensarlo me daba asco».
Borg, mejor deportista sueco del siglo XX y miembro del Salón de la Fama del Tenis, siguió adelante con su plan y «alquiló toda la segunda planta en un hotel de Palm Springs para llenarla de prostitutas. Llamó personalmente a recepción y les pidió que se aseguraran de traerle chicas muy putas. Me daba asco. Se presentaron varias con abrigos de piel y fustas en las manos. Él, se me acercaba de manera melosa y me intentaba convencer para hacerlo. 'Debes dar un paso adelante, Loredana, un salto mental', me decía. Yo fui seca. 'Tú eres tonto, yo te reviento la cabeza', le contesté. Me fui de allí y dormí por mi cuenta en otra habitación. A la mañana siguiente pedí en recepción una limusina para irme de allí. Me fui a Los Ángeles, a un hotel. Allí tiré la televisión al suelo, descolgué el teléfono y me tiré en la cama con los ojos llorosos. Todo había acabado. Para siempre. Sin saberlo, Bjorn Borg, el gran chico sueco con el que había soñado para sublimar el amor perfecto, se había perdido mucho tiempo atrás».
La autobiografía no sólo habla de Borg, sino también de que Bertè vivió una infancia dramática con un padre violento, que provocó con sus golpes un aborto a su madre y lanzó por el balcón a su hermana Mimì, de la que años después se enteró que por televisión que se había suicidado. Además, en otros capítulos, la cantante detalla sus encuentros con Michael Jackson, Mick Jagger, Andy Warhol o Woody Allen si bien quizá el más increíble también tuvo a Borg como protagonista.
Borg, prostitutas, Bush y Bin Laden
Fue en la Casa Blanca bajo el mandato del presidente George H. W. Bush, donde conoció Bin Laden, padre e hijo. «Nos invitó el propio George Bush, el jefe de la CIA. Me pareció un belicista, un mentiroso y un sinvergüenza. Borg tuvo que jugar al tenis junto a Bush hijo y su mujer me miraba seria, muy preocupada. Mientras, me invitan a ver el Despacho Oval» pero recuerda que comenzó a llover por lo que Bush sugirió «terminar la partida en una habitación privada. 'Así me ganarás', le dijo en voz baja a Bjorn que contestó: 'Y yo llamo a un par de chicas de un club'».
Todo ello antes de que «durante una de las cenas en la Casa Blanca» se encontrasen «allí un par de invitados de honor. Eran los Bin Laden, padre e hijo. Se movían como grandes amigos de la familia. Tenían negocios con él (Bush) y no hacían nada para ocultarlo».