Entre el talento y el talante de Leo
Deportes
15 Aug 2020. Actualizado a las 22:20 h.
En el fútbol, cuando vienen mal dadas, enseguida se desata la búsqueda de culpables y no tanto la de explicaciones. Y en esas está el Barça, entre el shock y la rabia, después del 2-8 ante el Bayern como colofón a una temporada decadente.
Fichajes como los de Dembelé, Coutinho o Griezmann no han dado, ni de lejos, el resultado esperado. A priori, sin embargo, las únicas críticas que se recuerdan son las que apuntaban a un desembolso excesivo. Desde el punto de vista futbolístico pocos cuestionaban las operaciones.
En el Barça se ha instalado un mantra. Todo fútbol que no se parezca al de la mejor época de Cruyff o al de la etapa de Guardiola es percibido por la afición con recelo. Eso le costó el puesto a Valverde, que trató de ser pragmático. Y la directiva escogió a Setién, que en los equipos por los que había pasado siempre había tratado de dominar los partidos a través del balón. En el Nou Camp no lo consiguió. Se estrelló.
Messi es de los poquísimos que parecen estar a salvo de las críticas. Incluso se le ve como un damnificado, por no tener a su alrededor un equipo a la altura de su talento. De lo que se sabe poco es de su talante, entre otras cosas porque el argentino se prodiga poco en el uso de la palabra, a pesar de no manejarse mal con los discursos. Y si de algo se ha preocupado el Barça es de tratar de tener siempre contento a su gran referente, con las sucesivas renovaciones y con los fichajes.
En su día, Guardiola explicó en declaraciones a Esport3 el porqué de su adiós al Barça: «Fue un proceso natural, en la vida hay un momento en que las cosas se acaban. Todos aprendimos mucho de todos, y no acabamos a hostias, fue natural». Supo anticiparse al desgaste.
Ningún técnico le ha echado un pulso a Messi, salvo Luis Enrique. Lo dejó en el banquillo y se metió en un lío. Años después habló del incidente en Catalunya Radio: «Hasta que se solucionó todo, hubo un tiempo de tensión, que yo no busqué, sin ninguna duda, pero que apareció y que tuve que gestionar. Pero a día de hoy solo puedo hablar maravillas de Leo Messi».
Quizás ese es el gran problema del Barça, el de saber gestionar a Messi. Guardiola entendió que había que rodearlo bien y dispuso de una generación de jugadores irrepetible. Evitó estirar esa etapa.
De aquella generación ya solo quedan Piqué y Busquets. Y el Barça se está dando cuenta de que quizás no es tan fácil acompañar a Messi, inmune a las críticas, enigmático.