La Voz de Galicia

Entre la pista de squash y la pasarela

Deportes

M. V. F. Vigo / La Voz

La viguesa Sofía Rodríguez, deportista de alto rendimiento y futura estudiante de Biomedicina, representará a Pontevedra en el certamen Miss World Spain

15 Mar 2022. Actualizado a las 17:20 h.

Sofía Rodríguez Bello (Vigo, 2004) juega al squash desde que tenía seis años y apunta a entrar la próxima temporada en el circuito mundial absoluto. Además, cursa bachillerato de ciencias en el IES Politécnico con vistas a estudiar Biomedicina y será la representante de la provincia de Pontevedra en el certamen Miss World Spain el próximo junio. Cuenta entre risas que nadie, ni ella misma, se explica de dónde saca el tiempo para atender a las tres cosas, pero en ello sigue.

Fue el mundo del deporte, una constante en su vida desde la infancia, el que puso la moda en su camino. «Tengo patrocinadores de marcas de squash en ropa, tenis y raquetas. Desde la de ropa me dijeron que querían hacerme unas fotos y que fuera la modelo de su marca en la web», recuerda. A raíz de esas fotos, comenzó a hacer colaboraciones con fotógrafos y a introducirse en un mundo del modelaje que hasta ese momento le era completamente ajeno. Y así llegó la propuesta de ser miss.

Porque Sofía no se presentó a ningún concurso por iniciativa propia, sino que la llamaron directamente. «Se habían presentado unas quince para Miss Pontevedra, pero no encajaban con el perfil que buscaban», detalla la viguesa. Cuando ocurre eso, buscan de forma directa otra candidata. «Estuvieron buscando, me encontraron y me llamaron, pero yo no estaba nada convencida», recuerda.

La joven pensaba que aquello no era para ella. En parte, porque tenía un concepto de miss diferente al actual. «Yo soy deportista, tengo piernas, músculo. Por miss me imaginaba a una chica delgadita, guapa, mona y poco más, que tuviera que responder a unas medidas y un cuerpo determinado», comenta. La emplazaron a una entrevista sin compromiso en la que le explicaron cómo ha cambiado el concepto de miss y la convencieron.

Las principales diferencias están en que ahora el certamen va mucho más allá de los desfiles —de hecho, se ha suprimido el de traje de baño—. «Tienes que hacer un proyecto social en el que colaboras con una oenegé, hay una entrevista personal con el jurado y te hacen preguntas para valorar tu nivel intelectual», desgrana. Las finalistas también deben exponer ante el público por qué creen que deben de ser las ganadoras, otra manera de demostrar cómo se desenvuelven.

Además, también plantean unas pruebas deportivas que se realizan en la playa y que son la principal meta que se marca la representante de Pontevedra. No les concretan previamente en qué consisten, pero por otras ediciones tiene la referencia de que son semejantes a un triatlón. «Voy con la idea de que ahí sí que tengo que ganar. Es mi objetivo», avanza. Si lo hace, se clasificaría directamente para la final.

Organizarse bien, clave

La prioridad de Rodríguez Bello son, sin duda, los estudios. Pero cuenta que saca tiempo para todo. «La gente me dice que ojalá tuvieran mi organización. No saben cómo puedo hacer tantas cosas y yo tampoco lo sé», señala. Luego añade que es cuestión de planificarse bien y tener unos horarios fijos, sobre todo para los entrenamientos. Pero recuerda que ser deportista de élite abarca también «tener una línea a seguir en cuanto al plano físico o la alimentación».

Generalmente, entrena a diario con una sola jornada libre por semana. El hecho de contar con un entrenador personal le da más flexibilidad para que todos los horarios encajen. Porque ahora, además de atender a los estudios, también tiene varios frentes abiertos en relación con el concurso. «Hay mucho trabajo detrás. Aparte del proyecto social, al que aún le estoy dando vueltas, también tienes que grabar un reportaje del sitio de dónde vienes», explica. Fue otro motivo para pensárselo dos veces antes de aceptar. «Me dije: ‘Sofía, piensa si vas a poder con todo...'».

Beca en EE. UU.

A finales del año pasado, Rodríguez pasó un mes en Estados Unidos para competir en el Mundial. Tuvo que perderse clases que luego recuperó a base de emplearse a fondo, pero aquel viaje también tenía un trasfondo académico. «Sabía que al ir allí iba a tener la posibilidad de una beca universitaria para el próximo curso y era una oportunidad que no podía dejar escapar», sostiene. Le han ofrecido plaza en tres universidades americanas diferentes y está inmersa en el proceso, sin saber aún a cuál irá.

En cuanto al mundo del modelaje, no descarta que pueda ser otra salida profesional mientras sigue formándose y jugando. «Lo primero son los estudios y compaginarlos con el deporte para mí es lo normal desde pequeña. En cuanto a ser miss, voy a vivir la experiencia, a saber cómo es este mundo y, a partir de ahí, a ver qué pasa», recalca. De momento, la primera sorprendida al descubrir un ámbito que nada tiene que ver con lo que imaginaba y del que nunca pensó formar parte es ella.


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