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Su dieta, sus aficiones o cómo gestiona su dinero: el lado más personal de Carlos Alcaraz

Deportes

Ana Iglesias Redacción / La Voz

Recién cumplidos 19 años, el tenista de moda acaba de sacarse el carné de conducir y se encuentra en «arduas negociaciones» con su padre para hacerse con un buen coche

09 May 2022. Actualizado a las 20:13 h.

El nombre de Carlos Alcaraz está en boca de todos. Con 19 años recién cumplidos, ha sorprendido por su talento en la pista. Sexto del mundo en el ránking ATP en apenas unos meses y tras su último triunfo en el Mutua Madrid Open, el tenista de El Palmar (Murcia), desenfrenado, apunta más allá.

Hace apenas dos meses consiguió sacarse el carné de conducir. «No tenía mucha confianza en ello», reconoció con su eterna sonrisa en el programa El Hormiguero. Terminado el Bachillerato, ha decidido aparcar los estudios superiores y volcar su vida en el tenis, un deporte que siempre ha estado presente en su vida. El primero en practicarlo fue su abuelo, Carlos Alcaraz, uno de sus grandes apoyos. Su padre, el segundo en la saga de los Carlos, también fue tenista profesional y ahora dirige el Real Sociedad Club de Campo de El Palmar donde se encarga a formar a cientos de alumnos en este deporte. Sin embargo, nunca ha querido entrenar a su hijo. «Siempre prefirió mantener apartada la vida profesional de la personal. Pero de vez en cuando se le escapa decirme cosas», reconoció Alcaraz.

El talento de su padre con la raqueta le hizo destacar y, con 14 años, le ofrecieron entrar en la academia de Sergi Bruguera. La situación económica de la familia lo impidió. Sin embargo, su hijo no corrió la misma suerte y, con la misma edad, ingresó en la escuela de Juan Carlos Ferrero, su mentor, en Villena (Alicante), donde todavía sigue residiendo actualmente.

Carlitos o Charlie, como le gusta que le llamen, vive por y para el tenis, pero como todo joven de su edad, reconoce que cuando vuelve a El Palmar con sus amigos, retrocede en el tiempo y se olvida de que es jugador de tenis para hacer y vivir las cosas propias de su edad.

Es el segundo de cuatro hermanos (Álvaro, Carlos, Sergio y Jaime). «Todos juegan al tenis y los pequeños quieren seguir los pasos de Carlos y alguno de ellos podría llegar», afirmó su padre en una entrevista. Tanto su padre Carlos, como su madre Virginia, son los pilares que le hacen mantener los pies en el suelo para que continúe siendo «un chico normal». Su madre reconoció que todavía no se acostumbra a los éxitos de su hijo y que sufre cuando lo ve jugar, pero procura no perderse ningún partido. No suele hablar de tenis con Carlos y es la que le dice que no vuelva tarde a casa cuando sale con sus amigos.

Desordenado, cabezota y valiente, mantiene ciertas costumbres, que no supersticiones, los días de torneo. Procura ducharse siempre en el mismo sitio, al igual que utilizar la misma zona del vestuario. Y también con la ropa, si empieza con un outfit, siempre utiliza el mismo hasta el final. La noche antes de los partidos suele cenar arroz con pescado y, horas antes de jugar, mezcla pasta con ambrosía, una crema proteica a base de cacao y avellanas para arrancar con energía. Fuera de la competición, es fan del puchero con pringá, un plato típico andaluz, tierra de origen de su madre. 

Los ingresos del murciano van in crescendo a medida que lo hacen sus éxitos deportivos. Sus padres son los encargados de gestionar su dinero. Con la gracia propia de un niño, reconoció en una entrevista que tiene que pedirles permiso para hacer gastos importantes. «Soy muy aficionado al golf y, si quiero comprarme unos palos, no pido permiso», afirmó. Eso sí, se encuentra en arduas negociaciones con su padre para hacerse con un «buen coche».

Además del golf, a Carlos también le gusta salir a pescar con sus amigos y, de vez en cuando, jugar al fútbol. Es seguidor del Real Madrid, afición que comparte con Rafa Nadal. Que lo comparen con él lo lleva bien, o más bien, mejor que antes. «Si me comparan es porque estaré haciendo bien las cosas. Rafa es uno de los mejores tenistas de la historia. Es bueno por una parte, y por otra es como que te cargan con más piedras la mochila», admitió Alcaraz.

Con cuatro o cinco horas de entrenamiento diario, la presión no es un problema para el joven tenista. «Antes de salir a la pista siempre pienso en que quiero ser valiente, agresivo e ir a por ello», afirmó. Algo habitual en su estilo de juego son las dejadas. Aunque sabe que los rivales cada vez reconocen más su práctica, «tengo mucha confianza en ese golpe y, como tengo buena derecha, hago que el rival retroceda y aprovecho para dejarla», explicó.

Con solo 19 años, Carlos Alcaraz es toda una sensación. Las miradas están centradas en él y se ha convertido en la gran esperanza del futuro del tenis español. 


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