La Voz de Galicia

La mentira de los valores en el fútbol

Deportes

M. G. Reigosa

10 Apr 2023. Actualizado a las 05:00 h.

Cuando el fin justifica los medios y hay disculpas para comportamientos indebidos porque acaban dando puntos, algo no va bien. Cuesta imaginar a un futbolista al que le han pitado un penalti que no es dirigiéndose al árbitro para sacarlo de su error. Quedaría como un tonto. En cambio no cuesta nada pensar en la teatralidad con intención de engañar al trencilla. Conviene no confundir las trampas con la pillería.

El proceder de Gavi y Vinicius en la última eliminatoria de Copa es indiscutiblemente indecoroso, pero no pasa nada. Hay jugadores que se las saben todas para tratar de desquiciar al rival, quizás ninguno como en su día Hugo Sánchez. Pero a eso se le suele llamar ser un tipo listo y competitivo. En la expulsión de Zidane en la final del Mundial del 2006 el que sacó réditos fue Materazzi, si bien el francés también tuvo algo que ver en el diálogo antes de que se le fuese la cabeza.

El fútbol no son juegos florales, ni debe pretenderlo. Pero suele ser condescendiente con conductas inapropiadas, que se pasan fácilmente por alto, como si formasen parte del paisaje y se aceptasen tácitamente.

Es más difícil encontrar ejemplos como el de Valerón, que jamás se enzarzó en trifulcas porque solo le preocupaba el balón y encontrar las ventajas a través de su calidad y su excelente visión de juego. Ni protestaba. Era una rara avis, ni una mala palabra ni una patada, en un hábitat inclinado a aceptar o dar cobijo a la exceptio veritatis.

Cabe suponer que es una cuestión de carácter y de educación, porque la realidad indica que en el universo balompédico, tan proclive a predicar valores y reivindicar el juego limpio, hay excesiva complacencia con el fango y las marrullerías. Quizás porque todo responde a un lógica que en su día resumió el australiano Mark Viduka: «No me importaría perder todos los partidos, siempre y cuando ganemos la liga».


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