La Voz de Galicia

Los gemelos Hugo y Guille Bueno: «Nos ha venido bien alejarnos»

Deportes

Pablo Carballo Redacción / La Voz
Hugo Bueno, con la camiseta de los Wolves, y Guille, con la del Dortmund, este verano en el campo del Gondomar.

Los laterales, que se entrenaron en Gondomar en sus vacaciones, comienzan la pretemporada con el Wolverhampton y el Borussia de Dortmund

04 Jul 2023. Actualizado a las 12:27 h.

En Wolverhampton, en el centro de Inglaterra, Hugo Bueno (Gondomar, 2002) está ya a las órdenes de Julen Lopetegui. En Dortmund, al oeste de Alemania, su hermano gemelo comenzará el jueves la pretemporada con la primera plantilla del Borussia. «Tuve varias opciones para salir cedido, pero mi intención con esta oportunidad es seguir aquí. De momento solo hay un lateral izquierdo y quiero pelear por quedarme», reconoce Guille, en la procura del asalto a la élite que Hugo captó la pasada temporada. Jugó 21 partidos en la Premier y renovó su contrato hasta el 2026, con un año extra adicional. «Voy a por más. Mi objetivo ahora es ser un jugador importante en el equipo. Debuté y fui titular diez jornadas seguidas. Cuando estaba en mi mejor momento, después del partido contra el Fullham, que me habían elegido el mejor del partido, me rompí el isquio. Luego me costó, pero conseguí volver a ser titular», recuerda Hugo.

En el campo de As Gaiandas, en Gondomar, a pocos metros de donde empezaron a jugar como prebenjamines, los gemelos Bueno se han entrenado durante sus vacaciones de verano. Además de haber compartido placenta, los dos ocupan la misma posición en el campo, la de lateral zurdo. «Primero hacemos los ejercicios de forma profesional. Algún pique siempre hay. Intentamos que no sean muchos porque como nos soltemos la cosa acaba mal», reconoce Hugo. «Siempre tuvimos una relación muy competitiva. Cuando jugábamos juntos y se hacían ejercicios de uno contra uno, siempre nos poníamos el uno contra el otro. Era una forma de exigirte más, porque dabas todo para quedar por encima del otro», admite Guille.

Los dos estuvieron en Gondomar hasta completar la categoría alevín. Se fueron entonces al Areosa. Allí Guille jugó como lateral izquierdo y Hugo como carrilero derecho. «Somos tan parecidos, que si jugásemos en la misma banda nos íbamos a estorbar el uno al otro. Si estoy atrás, lo doblo, y no me la da, me iba a enfadar mucho más con él que con cualquier otro», dice Guille.

Sus caminos se separaron en juveniles. Sin pasar por ningún club profesional, a Hugo lo ficharon los Wolves con 16 años. Guille se quedó uno más en el Areosa y recaló luego en el Dépor, para integrarse en una exitosa generación que ganó la Copa de Campeones juvenil. El Dortmund se fue a por él para incorporarlo a su filial. «Aunque parezca que la distancia separa, nos ha conectado, nos ha venido bien. Tenemos las tardes libres y hablamos todos los días. Él me da mucha caña, bastante más que yo a él. Me ha pasado muchas veces, que salgo de un partido pensando que lo hice increíble y, cuando hablo con él, es el único que siempre tiene algo que decir. A veces me cabreo y le digo: ‘Tío, para, que solo miras lo malo'. Pero lo hace para que mejore», cuenta Hugo.

«Alguna vez se ha enfadado conmigo por eso. Me dice que solo le digo cosas malas. Yo le respondo que para decirle las buenas ya hay mucha gente. Aunque se pique, lo voy a seguir haciendo», contesta Guille. «Creo que tiene que decirlo un poco mejor», replica Hugo. «Cuando venimos de descanso, y pasamos mucho tiempo juntos, acabamos discutiendo por las mismas cosas de siempre, como que si el otro te cogió el calzoncillo», reconoce el del Dortmund. Eso sí, en vacaciones, no se separan. Una buena parte del tiempo en casa y la otra, esta vez, en Barcelona.

«Engañamos al árbitro para llevar el brazalete los dos»

Hugo y Guille Bueno nacieron con minutos de diferencia y empezaron a practicar el fútbol a la vez, en el patio de Los Sauces. «Me acuerdo de una anécdota, cuando éramos muy pequeños y aún jugábamos con el colegio. Yo empecé siendo portero y Guille era jugador. Hubo un partido en el que el entrenador no pudo venir y se puso el padre de un compañero. Nos confundió, se equivocó, y mandó a mi hermano a la portería y a mí me puso de jugador de campo. Éramos tan tímidos que ninguno dijo nada. En el descanso, mi padre, que estaba flipando, bajó a la pista para avisarle que nos había puesto al revés», recuerda Hugo.

Hugo, a la izquierda, y Guille Bueno durante su etapa en el Gondomar

Alguna vez han exprimido ese parecido físico en su favor. «Estábamos en el Areosa y hubo un partido en el que el entrenador no se decidía, entre Hugo y yo, quién iba a ser el capitán. Queríamos serlo los dos, pero éramos titulares y solo podía serlo uno. El árbitro no dejaba pasar el brazalete de uno a otro. Nos lo cambiamos en el descanso, lo engañamos, y no se enteró. La primera parte lo llevó uno y en la segunda el otro», cuenta, divertido, Guille. «Yo no iba a dejar que él lo llevara y yo no», admite.

Sus padres reparten los viajes entre Wolverhampton y Dortmund. «Mi madre lleva mal la distancia, preferiría tenernos a los dos en casa. Ahora me voy a mudar y va a venir a ayudarme. Este año la idea es que nos visiten más», descifra Hugo.


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