La Voz de Galicia

Primoz Roglic disfruta en la Vuelta

Deportes

Joan Rivas Colpìsa

El ciclista esloveno iguala los cuatro títulos de Roberto Heras y vuelve a vestirse de rojo en Madrid

08 Sep 2024. Actualizado a las 21:12 h.

En el 2020, Primoz Roglic era el deportista más importante de Eslovenia. Uno de los más importantes, si no el más, en la historia de su país. Compartía estrellato en esas fechas con el emergente jugador de baloncesto Luka Doncic, que empezaba ya a despuntar en los Dallas Mavericks, y también en parte con Jan Oblak, el portero del Atlético de Madrid. Pero en julio de ese año se le cruzó en su camino ciclista otro compatriota, Tadej Pogacar. De repente, en un país con escasa tradición ciclista que tenía como hito más importante la visita del Giro de Italia en 1994, poco después de conseguir la independencia, aparecían dos de los mejores ciclistas del mundo. El más joven de ellos en la penúltima etapa del Tour de aquel 2020 pasaba a dominar el palmarés frente a otro corredor de su país.

Pero desde luego que Pogacar brillara con fuerza a partir de aquel día no opacó la carrera deportiva de Roglic, que admitió con deportividad la irrupción de su colega. De hecho, entre ambos han dominado la mayoría de las grandes carreras por etapas desde 2019. Pogacar ha ganado tres veces el Tour y una el Giro en ese periodo; Roglic sumó un Giro y cuatro ediciones de La Vuelta. En un giro impensable hace algunos años, de la historia del ciclismo, el himno de Eslovenia ha sonado en 2024 en el podio de las tres grandes del calendario.

Y eso que Roglic no parecía destinado a ser ciclista. Su trayectoria deportiva le enfilaba hacia los deportes alpinos, y en especial a los saltos de esquí. Hasta un día en Planica en el 2007. A los diez años ya saltaba en el trampolín local de Zagorje ob Savi. «Era como volar. Me gustaba la sensación. Es algo con lo que todos sueñan», decía el ganador de La Vuelta. «Quería ser el mejor saltador de esquí del mundo». En la categoría juvenil, a los 17 años, Primoz ganó la medalla de oro en el campeonato mundial. Unas semanas más tarde se preparó para saltar en Planica. Para los saltadores es un lugar sagrado, con sus 139 metros de altura. Como el Alpe d'Huez para el ciclismo, uno de los trampolines más altos y más largos, con un viento variable y un gentío enorme en cada competición.

Pero todo salió mal. Roglic perdió el equilibrio inmediatamente al saltar por la rampa. Con las piernas torcidas, se descontroló y se estrelló sobre su lado izquierdo. El hombro y la cabeza recibieron el brutal impacto.

Afortunadamente para él solo fue un gran susto, pero algo cambió en su mentalidad a partir de ese día. Su evidente progresión se estancó. Su objetivo de estar en los Juegos Olímpicos se frustró. Siguió entrenándose y compitiendo durante cuatro años más, pero las cosas no fueron también desde Planica. Así que se pasó al ciclismo. «Nunca he visto a un ciclista aprender tan rápido lo que se necesita para competir a este nivel», decía su director en el Jumbo Visma sobre un corredor que empezó a competir en bicicleta con 21 años y que ganó su primera gran carrera por etapas cinco años después de reconvertirse.

Desde entonces, Primoz Roglic se ha convertido en uno de los corredores más sólidos del pelotón, con una evidente historia de amor con La Vuelta. Sus cuatro victorias lo corroboran y pudieron ser cinco, aunque en 2023 tuvo que atenerse a las órdenes de su equipo y colaborar con Kuss. Ha conseguido igualar la marca de Roberto Heras. Mientras el Tour se le cruza. Desde que se metió por medio Pogacar, arrebatándole la victoria en 2020, la carrera francesa no ha sido el mejor escenario para sus éxitos. De hecho, llegó a La Vuelta con los dolores de espalda producto de la fractura de una vértebra en Francia. No se sabe por qué en la carrera de un ciclista hay objetivos que se convierten en casi imposibles. Sin embargo, disfruta a finales de agosto y los inicios de septiembre.


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